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Miqueas 7:1 - Nueva Biblia Española (1975)

1 ¡Ay de mí! Me sucede como al que rebusca terminada la vendimia: no quedan racimos que comer ni brevas, que tanto me gustan;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 ¡Ay de mí! porque estoy como cuando han recogido los frutos del verano, como cuando han rebuscado después de la vendimia, y no queda racimo para comer; mi alma deseó los primeros frutos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Miserable de mí! Me siento como el recolector de fruta que después de cosechar no encuentra nada que comer. No encuentro ni un racimo de uvas ni uno de los primeros higos para saciar mi hambre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Pobre de mí, pues me parezco a los que recogen espigas después de la siega o a los que rebuscan racimos después de la vendimia, pero no hay ni un racimito para probarlo ni una de esas primeras brevas que me gustan.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Ay de mí! Porque soy como el último de los frutos de verano, Como el rebusco después de la vendimia, Cuando ya no queda racimo que comer, Ni las brevas que desea mi alma.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¡Ay de mí! Pues soy como espigador en otoño, como rebuscador en la vendimia. No hay un racimo que comer, ni una breva de las que tanto ansío.

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Miqueas 7:1
14 Referans Kwoze  

¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar!


Muchos alardean de leales, pero ¿quién hallará un hombre fiel?


y queda sólo un rebusco; como cuando al varear el olivo quedan dos o tres aceitunas en lo alto de la copa, cuatro o cinco en sus ramas fecundas -oráculo del Señor- , Dios de Israel-.


Sucederá en medio de la tierra y entre los pueblos lo que en el vareo de la aceituna o en el rebusco después de la vendimia.


Desde el confín de la tierra nos llegan cánticos: '¡Gloria al Justo!' Pero yo digo: ¡Qué dolor, qué dolor, ay de mí! Los traidores traicionan, los traidores traman traiciones.


y la flor caduca, joya de su atavío, que está en el cabezo del valle ubérrimo. Será una breva temprana, que el primero que la ve, apenas la toma, se la traga.


Yo dije: '¡Ay de mí. estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos'.


¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de pleitos y contiendas con todo el mundo! Ni he prestado ni me han prestado, y todos me maldicen.


Una tenía higos exquisitos, es decir, brevas; otra tenía higos muy pasados, que no se podían comer.


Oigo un grito como de parturienta, sollozos como en el primer parto: el grito angustiado de Sión, estirando los brazos: ¡Ay de mí, que desfallezco, que me quitan la vida!


Tú dices: i Ay de mí!, que el Señor añade penas a mi dolor; me canso de gemir y no encuentro reposo.


Repasen las calles de Jerusalén, miren, inspeccionen, busquen en sus plazas a ver si hay alguien que respete el derecho y practique la sinceridad; y la perdonaré.


Como uvas en el desierto encontré a Israel, como breva en la higuera descubrí a sus padres. Pero ellos fueron a Baal Fegor, se consagraron a la Ignominia y se hicieron abominables como su idolatrado.


Las primicias de sus tierras que ellos presentan al Señor, a ti te corresponden. Los de tu casa que estén puros las podrán comer.


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