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Miqueas 4:9 - Nueva Biblia Española (1975)

9 Y ahora, ¿por qué gritas quejándote? ¿No tienes rey, te falta el consejero? ¿Por qué te retuerces como parturienta?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Ahora pues, ¿por qué gritas de terror? ¿Acaso no tienes rey que te dirija? ¿Han muerto todos tus sabios? El dolor te ha apresado como a una mujer durante el parto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 ¿Por qué ahora gritas de esa manera? ¿Te quedaste sin rey o desaparecieron tus ministros para que te quejes de dolor como mujer que da a luz?

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y ahora, ¿por qué clamas así? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero? ¿Te sorprendió el dolor como a parturienta?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Y ahora, ¿por qué clamas tanto? ¿Es que no tienes rey? ¿Pereció tu consejero, para que te asalten convulsiones como las de una parturienta?

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Miqueas 4:9
20 Referans Kwoze  

espasmos y angustias los agarrarán, se turbarán y se retorcerán como parturientas. Se mirarán espantados unos a otros: rostros febriles, sus rostros.


Al verlo, mis entrañas se agitan con espasmos, me agarran angustias como angustias de parturienta; me agobia el oírlo, me espanta el mirarlo;


Como la embarazada, cuando le llega el parto, se retuerce y grita de dolor, así éramos en tu presencia, Señor:


Tú, Señora del Líbano, que anidas entre cedros, cómo sollozarás cuando te lleguen las ansias, dolores como de parto.


Y tú, siervo mío, Jacob, no temas; no te asustes, Israel -oráculo del Señor- , que yo te salvaré del país remoto y a tu descendencia del destierro; Jacob volverá y descansará, reposará sin alarmas,


¿Hasta cuándo tendré que ver la bandera y escuchar la trompeta a rebato?


Oigo un grito como de parturienta, sollozos como en el primer parto: el grito angustiado de Sión, estirando los brazos: ¡Ay de mí, que desfallezco, que me quitan la vida!


Las ciudades han sido conquistadas, las ciudadelas tomadas. Aquel día se sentirán los soldados de Moab como mujer en parto.


Al oír su fama, el rey de Babilonia se acobarda, lo atenazan ansias y espasmos de parturienta.


al oír desde lejos el grito de auxilio de la capital: ¿No está el Señor en Sión, no está allí su Rey? ¿No me irritaron con sus ídolos, ficciones importadas?


Al ungido del Señor, al que era nuestro aliento, lo cazaron en una trampa, a aquel de quien decíamos: 'A su sombra viviremos entre los pueblos'.


Sí, ya pueden decir: 'No tenemos rey, no respetamos al Señor; el rey, ¿qué puede hacernos?'.


Cuando su madre estaba con dolores, fue criatura torpe, que no se puso a tiempo en la embocadura del alumbramiento.


Porque muchos años vivirán los israelitas sin rey y sin príncipe, sin sacrificios y sin estelas, sin imágenes ni amuletos.


Pues los entrega sólo hasta que la madre dé a luz y el resto de los hermanos vuelva a los israelitas.


Cuando la mujer va a dar a luz se siente triste, porque le ha llegado su hora; pero, cuando nace el niño, ya no se acuerda del apuro, por la alegría de que un hombre le ha nacido al mundo.


Estaba encinta, gritaba por los dolores del parto y el tormento de dar aluz.


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