Entonces David, al ver al ángel que estaba hiriendo a la población, dijo al Señor: ¡Soy yo el que ha pecado! ¡Soy yo el culpable! ¿Qué han hecho estas ovejas? Carga la mano sobre mí y sobre mi familia. El Señor se arrepintió del castigo, y dijo al ángel, que estaba asolando ala población: ¡Basta! ¡Detén tu mano! El ángel del Señor estaba junto a la era de Arauná, el jebuseo.
Entonces David dijo a Dios: Soy yo quien ordenó el censo del pueblo. Soy yo el que ha pecado. Soy yo el culpable. ¿Qué han hecho estas ovejas? Dios mío, descarga la mano sobre mí y sobre mi familia, pero no hieras a tu pueblo.
No podrán los israelitas resistir a sus enemigos, les volverán la espalda, porque se han hecho execrables. No estaré más con ustedes mientras no extirpen la execración de en medio de ustedes. Levántate, purifica al pueblo, diles:,