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Jeremías 52:10 - Nueva Biblia Española (1975)

10 El rey de Babilonia hizo ajusticiar en Ribla a los hijos de Sedecías, ante su vista, y a todos los nobles de Judá también los hizo ajusticiar en Ribla.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías delante de sus ojos, y también degolló en Ribla a todos los príncipes de Judá.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 El rey de Babilonia hizo que Sedequías observara mientras masacraba a sus hijos. También masacró a todos los funcionarios de Judá en Ribla.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 En Ribla mandó degollar a los hijos de Sedecías ante sus propios ojos, y lo mismo hizo con todos los jefes de Judá.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 El rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías ante sus propios ojos, y también en Ribla degolló a todos los príncipes de Judá.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 El rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedecías ante sus propios ojos y degolló también en Riblá a todos los nobles de Judá.

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Jeremías 52:10
12 Referans Kwoze  

se apartó y se sentó a solas a la distancia de un tiro de arco, diciéndose: No puedo ver morir a mi hijo. Y se sentó a distancia. El niño rompió a llorar.


¿Cómo puedo yo volver a mi padre sin llevar conmigo al muchacho y contemplar la desgracia que se abatirá sobre mi padre?


A los hijos de Sedecías los hizo ajusticiar ante su vista; a Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia.


Así dice el Señor: Inscriban a ese hombre como estéril, como varón malogrado en la vida, porque de su estirpe no se logrará ninguno que se siente en el trono de David para reinar en Judá.


Y a Sedecías, rey de Judá, con sus príncipes, los entregaré en manos de sus enemigos, que los persiguen a muerte; en manos del ejército del rey de Babilonia, que acaba de retirarse.


Toma lo mejor del rebaño; luego apila debajo la leña, cuece las tajadas en la olla y hierve los huesos.


A viejos, muchachos y muchachas, a niños y mujeres, mátenlos, acaben con ellos; pero a ninguno de los marcados lo toquen. Empiecen por mi santuario. Y empezaron por los ancianos que estaban frente al templo.


hasta volverte loco, por el espectáculo que han de contemplar tus ojos.


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