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Jeremías 4:31 - Nueva Biblia Española (1975)

31 Oigo un grito como de parturienta, sollozos como en el primer parto: el grito angustiado de Sión, estirando los brazos: ¡Ay de mí, que desfallezco, que me quitan la vida!

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Biblia Reina Valera 1960

31 Porque oí una voz como de mujer que está de parto, angustia como de primeriza; voz de la hija de Sion que lamenta y extiende sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mí! que mi alma desmaya a causa de los asesinos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Oigo gritos, como los de una mujer que está de parto, los gemidos de una mujer dando a luz a su primer hijo. Es la bella Jerusalén, que respira con dificultad y grita: «¡Socorro! ¡Me están matando!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Oigo gritos como los de una mujer que da a luz por primera vez; la hija de Sión está gimiendo y extiende sus manos: '¡Ay de mí, que voy a sucumbir bajo los golpes de los asesinos!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Oigo gritos como de parturienta, Sollozos como de primeriza: Es el grito angustiado de la hija de Sión que está agonizando,° Que extiende sus brazos, y dice: ¡Ay de mí! ¡Mi alma desmaya a causa de los asesinos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Oigo un grito como de parturienta, angustia como de primeriza: es la voz de la hija de Sión que se ahoga, que extiende sus manos: '¡Ay de mí, pues desfallece mi vida ante los asesinos!'.

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Jeremías 4:31
35 Referans Kwoze  

Rebeca dijo a Isaac: Estas mujeres hititas me hacen la vida imposible. Si también Jacob toma mujeres hititas del país, como éstas, ¿de qué me sirve vivir?


Estoy hastiado de la vida: me voy a entregar a las quejas, desahogando la amargura de mi alma.


¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar!


Cuando extienden las manos, cierro los ojos; aunque multipliquen las plegarias, no los escucharé. Sus manos están llenas de sangre.


espasmos y angustias los agarrarán, se turbarán y se retorcerán como parturientas. Se mirarán espantados unos a otros: rostros febriles, sus rostros.


Al verlo, mis entrañas se agitan con espasmos, me agarran angustias como angustias de parturienta; me agobia el oírlo, me espanta el mirarlo;


Como la embarazada, cuando le llega el parto, se retuerce y grita de dolor, así éramos en tu presencia, Señor:


Desde antiguo guardé silencio, me callaba, aguantaba; como parturienta grito, jadeo y resuello.


Yo dije: '¡Ay de mí. estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos'.


¡Ay de mí, qué desgracia, mi herida es incurable! Yo que decía: Es una dolencia, me aguantaré.


¿Qué dirás cuando te falte la gala de tus ovejas, los que habías educado para gobernarte? ¿No sentirás dolores como la parturienta?


Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; profetas y sacerdotes recorren el país a la ventura.


¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga y mi herida enconada e incurable? Te me has vuelto arroyo engañoso, de agua inconstante.


Ahora entrega sus hijos al hambre, ponlos a merced de la espada, queden sus mujeres viudas y sin hijos, mueran sus hombres asesinados y los jóvenes a filo de espada en el combate.


Tú, Señora del Líbano, que anidas entre cedros, cómo sollozarás cuando te lleguen las ansias, dolores como de parto.


Pregunten y averigüen: ¿Es que da a luz un varón? ¿Qué veo? Todos los varones, como parturientas, las manos a las caderas, los rostros demudados y lívidos.


Esto dice el Señor, Dios de Israel, para ti, Baruc:


Las ciudades han sido conquistadas, las ciudadelas tomadas. Aquel día se sentirán los soldados de Moab como mujer en parto.


Como un águila, se cierne y se lanza abriendo las alas contra Bosra; aquel día los soldados de Edom se sentirán como mujer en parto.


Damasco desfallece y emprende la huida, le atenaza un temblor, le agarran dolores y espasmos como de parturienta.


Al oír su fama, el rey de Babilonia se acobarda, lo atenazan ansias y espasmos de parturienta.


Se me antoja Sión una finca de recreo


Sión extiende las manos, pero nadie la consuela. El Señor mandó a los pueblos vecinos que atacaran a Jacob; Jerusalén quedó en medio de ellos como basura.


Mira, Señor, mis angustias, me hierven las entrañas; se me revuelve dentro el corazón por mi tenaz rebeldía; en la calle me deja sin hijos la espada; en casa, la muerte.


Se tienden en el suelo de las calles muchachos y ancianos, mis jóvenes y mis doncellas cayeron a filo de espada; el día de tu ira diste muerte, mataste sin compasión.


Cuando su madre estaba con dolores, fue criatura torpe, que no se puso a tiempo en la embocadura del alumbramiento.


Retuércete como parturienta, expulsa, Sión, porque ahora saldrás de la ciudad para vivir en descampado; irás a Babilonia y de allí te sacarán, te rescatará el Señor de manos enemigas.


Y ahora, ¿por qué gritas quejándote? ¿No tienes rey, te falta el consejero? ¿Por qué te retuerces como parturienta?


¡Ay de mí! Me sucede como al que rebusca terminada la vendimia: no quedan racimos que comer ni brevas, que tanto me gustan;


Digan a la ciudad de Sión: Mira a tu rey que llega, sencillo, montado en un asno, en un burrito, cría de acémila. (Is 62,11; Zac 9,9)


Si lo hiciera por mi voluntad, tendría mérito; pero si me han confiado un encargo independientemente de mi voluntad,


Cuando estén diciendo 'hay paz y seguridad', entonces les caerá encima de improviso el exterminio, como los dolores a una mujer encinta, y no podrán escapar.


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