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Jeremías 14:17 - Nueva Biblia Española (1975)

17 Diles esta palabra: Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche, sin cesar, por la terrible desgracia de la capital de mi pueblo, por su herida incurable.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

17 Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Ahora bien, Jeremías, diles esto: »“Mis ojos derraman lágrimas día y noche. No puedo dejar de llorar porque mi hija virgen —mi pueblo precioso— ha sido derribada y yace herida de muerte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Les dirigirás estas palabras: De mis ojos están brotando lágrimas día y noche, sin parar, porque un gran mal aqueja a la hija de mi pueblo, una herida muy grave.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Diles esta palabra: ¡Desháganse mis ojos en lágrimas, Día y noche, y no cesen; Porque la virgen hija de mi pueblo está quebrantada con gran quebranto, Por un golpe dolorosísimo!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Les dirás esta palabra: Vierten lágrimas mis ojos noche y día y no cesan, porque por un gran quebranto está quebrantada la virgen, hija de mi pueblo, por un golpe del todo incurable.

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Jeremías 14:17
20 Referans Kwoze  

Esta es la palabra que el Señor pronuncia contra él: Te desprecia y se burla de ti la virgen, la ciudad de Sión; mueve la cabeza a tu espalda la ciudad de Jerusalén.


arroyos de lágrimas bajan de mis ojos por los que no cumplen tu voluntad.


Aparta de mí tus golpes, que el ímpetu de tu mano me acaba.


Esta es la sentencia que el Señor pronuncia contra él: Te desprecia y se burla de ti la doncella, la ciudad de Sión: menea la cabeza a tu espalda la ciudad de Jerusalén.


¡Ay de mí, qué desgracia, mi herida es incurable! Yo que decía: Es una dolencia, me aguantaré.


Y si no escuchan, lloraré a escondidas su soberbia, mis ojos se desharán en lágrimas, cuando se lleven el rebaño del Señor.


Pues bien, así dice el Señor: Pregunten a los paganos quién oyó tal cosa: la capital de Israel ha cometido algo horripilante.


El pesar me abruma, mi corazón desfallece,


Por la aflicción de la capital ando afligido, sombrío y atenazado de espanto:


¡Quién diera agua a mi cabeza y a mis ojos una fuente de lágrimas, para llorar día y noche a los muertos de la capital!


que vengan pronto y nos entonen una endecha, para que se deshagan en lágrimas nuestros ojos y destilen agua nuestros párpados.


Se consumen en lágrimas mis ojos, me hierven las entrañas, se derrama por tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mi pueblo, muchachos y niños de pecho desfallecen por las calles de la ciudad.


¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, ciudad de Jerusalén?, ¿a quién te compararé, para consolarte, Sión, la doncella? Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte?


Grita con toda el alma al Señor; laméntate, Sión, derrama torrentes de lágrimas, de día y de noche, no te concedas reposo, no descansen tus ojos.


Cayó para no levantarse la doncella de Israel, está arrojada en el suelo y nadie la levanta.


Pues yo voy a comenzar a golpearte y a devastarte por tus pecados:


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