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Génesis 37:22 - Nueva Biblia Española (1975)

22 Y añadió: No derramen sangre; échenlo en este aljibe, aquí, en la estepa; pero no pongan las manos en él. Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.

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Biblia Reina Valera 1960

22 Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 ¿Para qué derramar sangre? Solo tirémoslo en esta cisterna vacía, aquí en el desierto. Entonces morirá sin que le pongamos una mano encima. Rubén tenía pensado rescatar a José y devolverlo a su padre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 No derramen sangre, les dijo Rubén, échenlo más bien en aquella cisterna allá en el desierto, pero no pongan las manos sobre él. Esto dijo para sacarlo de sus manos y devolverlo después a su padre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Y añadió Rubén: No derraméis sangre. Arrojadlo en esta cisterna que está en el desierto, pero no extendáis la mano contra él. Esto dijo a fin de librarlo de sus manos para hacerlo volver a su padre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Y añadió, con la intención de librarlo de sus manos y devolverlo a su padre: 'No derraméis sangre; arrojadlo a esa cisterna que hay en el desierto, pero no pongáis la mano sobre él'.

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Génesis 37:22
9 Referans Kwoze  

Dios le ordenó: No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ya he comprobado que respetas a Dios, porque no me has negado a tu hijo, tu único hijo.


Oyó esto Rubén, e intentando librarlo de sus manos, dijo: No le quitemos la vida.


Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas,


Intervino Rubén: ¿No les decía yo: 'No pequen contra el muchacho', y no me hicieron caso? Ahora nos piden cuentas de su sangre.


Dios no extendió la mano contra los notables de Israel, que pudieron contemplar a Dios, y después comieron y bebieron.


Y aunque Elnatán, Delayas y Gamarías instaban al rey que no quemara el rollo, él no les hizo caso.


Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos cara a la gente, diciendo: Soy inocente de esta sangre. ¡Allá ustedes!


Por aquel entonces, el rey Herodes, con la peor intención, echó mano a algunos miembros de la Iglesia.


Antes le darás muerte; tu mano seré la primera en la ejecución y te seguirá todo el pueblo;


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