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Génesis 24:31 - Nueva Biblia Española (1975)

31 Y le dijo: Ven, el Señor te bendiga, ¿qué esperas aquí fuera? Yo te he preparado alojamiento y sitio para los camellos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

31 Y le dijo: Ven, bendito de Jehová; ¿por qué estás fuera? He preparado la casa, y el lugar para los camellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Entonces Labán le dijo: «¡Ven y quédate con nosotros, hombre bendecido por el Señor! ¿Por qué estás aquí, fuera de la ciudad, cuando yo tengo un cuarto preparado para ti y un lugar para los camellos?».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Y le dijo: '¡Oh bendito de Yavé! ¿Por qué te quedas afuera? Ven. He despejado un sitio en la casa y hay cabida para tus camellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 y le dijo: Entra, bendito de YHVH, ¿por qué te quedas afuera?, pues yo he preparado la casa y lugar para los camellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 y le dijo: 'Entra, bendito de Yahveh, ¿por qué estás fuera? Ya he preparado la casa, y hay lugar para los camellos'.

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Génesis 24:31
11 Referans Kwoze  

diciendo: Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo.


Y dijo: Señores míos, pasen a hospedarse a casa de su siervo. Lávense los pies y por la mañana seguirán su camino. Contestaron: No; pasaremos la noche en la plaza.


Pero él insistió tanto, que pasaron y entraron en su casa. Les preparó comida, coció panes y ellos comieron.


Cuando vio el anillo y las pulseras de su hermana y oyó lo que le contaba su hermana Rebeca de lo que le había dicho el hombre, salió corriendo hacia la fuente en busca del hombre, y lo encontró esperando con los camellos, junto a la fuente.


No nos harás mal alguno, pues nosotros no te hemos atacado, te hemos tratado siempre bien y te hemos dejado ir en paz. Y el Señor te bendiga.


Cuando Labán oyó las noticias de Jacob, hijo de su hermana, salió corriendo a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. Allí él contó a Labán todo lo sucedido.


benditos sean del Señor, que hizo el cielo y la tierra.


El soborno es piedra mágica para quien lo da: consigue cuanto se propone.


Los regalos abren paso al hombre y lo presentan ante los grandes.


Un día dijo a su madre: Aquellos mil cien siclos que te desaparecieron, por los que echaste una maldición en mi presencia, mira, ese dinero lo tengo yo, lo tomé yo.


El dijo: El Señor te bendiga, hija. Esta segunda obra de caridad es mejor que la primera, porque no te has buscado un pretendiente joven, pobre o rico.


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