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Amós 4:10 - Nueva Biblia Española (1975)

10 Les envié la peste egipcia, maté a espada a sus jóvenes con lo mejor de su caballería, hice subir a sus narices el hedor de su campamento; pero no se convirtieron a mí -oráculo del Señor- .

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Biblia Reina Valera 1960

10 Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos, e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 «Les mandé plagas como las que envié sobre Egipto hace tiempo. ¡Maté a sus jóvenes en la guerra y llevé lejos a todos sus caballos! ¡El hedor de la muerte llenó el aire!, pero aun así, ustedes no se volvieron a mí», dice el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Desencadené sobre ustedes una peste parecida a la de Egipto; masacré por la espada a sus jóvenes y se llevaron a todos sus caballos; hice que subiera hasta sus narices la hediondez de sus muertos en combate. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí, palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Os envié la peste que envié sobre los egipcios,° Maté a espada a vuestros jóvenes junto con lo mejor de vuestra caballería,° E hice que el hedor de vuestro campamento Subiera a vuestras propias narices,° Pero no os volvisteis a mí, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Envié contra vosotros una peste como la peste de Egipto; maté con la espada a vuestros jóvenes y vuestros caballos eran capturados; hice subir a vuestras narices el hedor de vuestros campamentos. Pero no habéis vuelto a mí -oráculo de Yahveh-.

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Amós 4:10
42 Referans Kwoze  

Por aquel entonces el Señor empezó a desmembrar a Israel. Jazael lo derrotó en toda la frontera,


El Señor se encolerizó contra Israel y lo entregó, durante todo aquel tiempo, en poder de Jazael de Siria y de Benadad, hijo de Jazael.


Por eso el Señor no le dejó a Joacaz más que cincuenta jinetes, diez carros y diez mil soldados de infantería; el rey de Siria los había destrozado y reducido a polvo de la trilla.


Jazael le preguntó: Maestro, ¿por qué lloras? Elíseo contestó: Porque sé el daño que vas a hacer a los israelitas: incendiarás sus plazas fuertes, pasarás a cuchillo a sus soldados, estrellarás a sus niños y abrirás en canal a las embarazadas.


Pero el Señor hizo que el Faraón se empeñara en no dejarlos marchar.


Moisés y Aarón se presentaron al Faraón y le dijeron: Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí y a dejar marchar a mi pueblo para que me rinda culto?


Haré que el Faraón se empeñe en perseguirlos, y me cubriré de gloria derrotando al Faraón y a su ejército, y sabrán los egipcios que soy el Señor. Así lo hicieron los israelitas.


diciéndoles: Si obedecen al Señor, su Dios, haciendo lo que él aprueba, escuchando sus mandatos y cumpliendo sus leyes, no les enviaré las enfermedades que he enviado a los egipcios, porque yo soy el Señor, que té cura.


Entonces los magos dijeron al Faraón: Es el dedo de Dios. Pero el Faraón se empeñó en no hacerles caso, como lo había anunciado el Señor.


Pero el Señor hizo que el Faraón se empeñara en no hacerles caso, como lo había anunciado el Señor.


Todavía alzas tu barrera frente a mi pueblo para no dejarlo marchar.


Sus muertos son arrojados y de los cadáveres se levanta el hedor, los montes chorrean sangre y los valles se resquebrajan,


Atención, ustedes, los que atizan el fuego y encienden teas: vayan a la hoguera de su fuego, de las teas que han encendido. Así los tratará mi mano, yacerán en el tormento.


Pero el pueblo no se ha vuelto al que lo hería, no ha buscado al Señor de los ejércitos.


El Señor cortará a Israel cabeza y cola, palma y junco en un solo día.


Sí, la maldad está ardiendo como fuego que consume zarzas y cardos, prende en la espesura del bosque, y se enrosca la altura del humo.


Así dice el Señor de los ejércitos: Yo les tomaré cuentas, sus jóvenes morirán a espada, sus hijos e hijas morirán de hambre;


Les daré cuatro clases de verdugos -oráculo del Señor- : la espada para matar, los perros para despedazar, las aves del cielo para devorar, las bestias de la tierra para destrozar.


Morirán de muerte cruel, no serán llorados ni sepultados, serán corno estiércol sobre el campo, acabarán a espada y de hambre, sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.


Ahora entrega sus hijos al hambre, ponlos a merced de la espada, queden sus mujeres viudas y sin hijos, mueran sus hombres asesinados y los jóvenes a filo de espada en el combate.


Avanza el destructor de Moab y sus pueblos, la flor de sus soldados baja al matadero -oráculo del Rey que se llama Señor de los ejércitos-.


Sus jóvenes caen en las calles aquel día, y sus guerreros enmudecen -oráculo del Señor- de los ejércitos-.


y tus ojos, Señor, buscan la sinceridad. Los heriste y no les dolió, los consumiste y no escarmentaban; endurecían la cara como roca y se negaban a convertirse.


pero yo reboso de la ira del Señor y no puedo contenerla. Derrámala en la calle sobre los niños y sobre las pandillas de jóvenes, de golpe, caerán presos marido y mujer, viejos y ancianos,


El Señor dice su oráculo: Yacen cadáveres humanos como estiércol en el campo, como gavillas tras el segador, que nadie recoge.


Pues volverá a Egipto, asirio será su rey, porque no quisieron convertirse.


alejaré de ustedes al pueblo del norte, lo dispersaré por tierra árida y yerma la vanguardia hacia el mar de levante, la retaguardia hacia el mar de poniente; se esparcirá su hedor, se extenderá su pestilencia, porque intentó hacer proezas.


entonces yo los trataré así: despacharé contra ustedes el espanto, la tisis y la fiebre, que nublan los ojos y consumen la vida; sembrarán en balde, pues sus enemigos se comerán la cosecha;


Esgrimiré contra ustedes la espada vengadora de mi pacto y se refugiarán en sus ciudades. Les mandaré entonces la peste, y se rendirán a sus enemigos.


Aunque les di en sus poblados dientes sin estrenar, en todos sus lugares carestía de pan, no se convirtieron a mí -oráculo del Señor- .


Aquel día -oráculo del Señor- gemirán las cantoras del templo': '¡Cuántos cadáveres arrojados por todas partes. Chsss!'.


Hería con tizón y neguilla y granizo sus labores, y no se volvían a mí -oráculo del Señor- .


Que el Señor te pegue la peste, hasta terminar contigo, en esa tierra adonde vas para tomarla en posesión.


Que el Señor te hiera de tisis, calenturas y delirios; sequía, agotamiento y tizón; que te persigan hasta que perezcas.


él volverá contra ti las epidemias egipcias que te horrorizan y te las pegará,


El Señor desviará de ti la enfermedad; no te mandará jamás epidemias malignas, como aquellas de Egipto que conoces, sino que afligirá con ellas a los que te odian.


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