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2 Reyes 6:5 - Nueva Biblia Española (1975)

5 cuando estaba derribando un tronco, se le cayó al río el hierro del hacha, y gritó: ¡Ay maestro, que era prestada!

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 pero mientras uno de ellos cortaba un árbol, la cabeza de su hacha cayó al río. —¡Ay, señor! —gritó—. ¡Era un hacha prestada!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Mientras uno de ellos cortaba un tronco, cayó el hacha al agua. Se puso a gritar: '¡Ay de mí, mi señor, esa era un hacha que me habían prestado!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hierro° al agua; y gritó diciendo: ¡Ay, señor mío! ¡Era prestado!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y sucedió que, mientras uno cortaba un tronco, se le cayó al agua el hierro del hacha y comenzó a gritar: '¡Ay, señor mío, que el hacha era prestada!'.

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2 Reyes 6:5
12 Referans Kwoze  

Entonces el rey de Israel exclamó: ¡Ay, el Señor nos ha reunido a tres reyes para entregarnos en poder de Moab!


Ella fue a decírselo al profeta, y éste le dijo: Anda a vender el aceite, paga a tu acreedor y tú y tus hijos vivan de lo que sobre.


Cuando el profeta madrugó al día siguiente para salir, se encontró con que un ejército cercaba la ciudad con caballería y carros. El sirviente dijo a Eliseo: Maestro, ¿qué hacemos?


Y se fue con ellos. Cuando llegaron al Jordán, se pusieron a cortar ramas, pero a uno,


El profeta preguntó: ¿Dónde cayó? El otro le indicó el sitio. Eliseo cortó un palo, lo tiró allí y el hierro salió a flote.


El malvado pide prestado y no devuelve, el honrado se compadece y perdona.


Si el hierro está embotado y no se afila antes, hay que hacer mucha fuerza: y sale mejor con maña.


es cortada a hachazos la espesura del bosque y a manos del Poderoso el Líbano va cayendo.


manteniéndose a distancia por miedo de su tormento, dirán: ¡Ay, ay de la gran ciudad, de Babilonia la ciudad poderosa! ¡Que haya bastado una hora para que llegue tu castigo!


¡Ay, ay de la gran ciudad! La que se vestía de lino, púrpura y escarlata y se enjoyaba con oro, pedrería y perlas.


Se echaron polvo en la cabeza y gritaban llorando y lamentándose: i Ay, ay de la gran ciudad donde se hicieron ricos todos los armadores por lo elevado de sus precios! ¡Que haya bastado una hora para asolarla!


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