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2 Reyes 4:25 - Nueva Biblia Española (1975)

25 Marchó, pues, y llegó a donde estaba el profeta, en el monte Carmelo. Cuando Eliseo la vio venir, dijo a su sirviente Guejazí: AHÍ viene la sunamita.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Cuando ella se acercaba al hombre de Dios, en el monte Carmelo, Eliseo la vio desde lejos y le dijo a Giezi: «Mira, allí viene la señora de Sunem.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Partió y llegó donde el hombre de Dios que estaba en el monte Carmelo. Cuando el hombre de Dios la divisó de lejos, dijo a Guejazí, su sirviente: 'Allí viene la Sunamita.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Y fue y llegó al varón de Dios en el monte Carmelo. Y sucedió que cuando el varón de Dios° la vio de lejos, dijo a su siervo Giezi: He aquí la sunamita.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Ella partió y llegó adonde estaba el varón de Dios, en el monte Carmelo. Cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Guejazí: '¡Ahí viene la sunamita!

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2 Reyes 4:25
10 Referans Kwoze  

Ahora manda que se reúna en torno a mí todo Israel en el monte Carmelo, con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, comensales de Jezabel.


Ajab fue a comer y a beber, mientras Elías subía a la cima del Carmelo; allí se encorvó hacia tierra, con el rostro en las rodillas,


Y despachó en su busca a un oficial con cincuenta hombres. Cuando subió éste en busca de Elías, se lo encontró sentado en la cima del monte. El oficial le dijo: Profeta, el rey manda que bajes.


Eliseo marchó al monte Carmelo, y desde allí volvió luego a Samaria.


Hizo aparejar la burra y ordenó al sirviente: Toma el ronzal y anda. No aflojes la marcha si no te lo digo.


Corre a su encuentro y pregúntale qué tal están ella, su marido y el niño. Ella respondió: Estamos bien.


Pero al llegar junto al profeta, en lo alto del monte, se abrazó a sus pies. Guejazí se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo: Déjala, que está apenada, y el Señor me lo tenía oculto sin revelármelo.


cuando Guejazí, sirviente del profeta Eliseo, pensó: 'Mi señor ha sido demasiado generoso con ese sirio, Naamán, no aceptando nada de lo que ofrecía. ¡Vive Dios! Voy a correr detrás para que me dé algo'.


El rey estaba hablando con Guejazí, sirviente del profeta: Cuéntame todos los milagros de Eliseo.


como flor de narciso florecerá, desbordando de gozo y alegría; tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarón; ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios.


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