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1 Reyes 3:26 - Nueva Biblia Española (1975)

26 Entonces a la madre del niño vivo se le conmovieron las entrañas por su hijo y suplicó: ¡Majestad, dale a ella el niño vivo, no lo mates! Mientras que la otra decía: Ni para ti ni para mí. Que lo dividan.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a esta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Entonces la verdadera madre del niño, la que lo amaba mucho, gritó: «¡Oh no, mi señor! ¡Denle el niño a ella, pero, por favor, no lo maten!». En cambio, la otra mujer dijo: «Me parece bien, así no será ni tuyo ni mío; ¡divídanlo entre las dos!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Entonces la mujer cuyo hijo estaba vivo dijo al rey, porque se le conmovieron sus entrañas de madre: 'No, por favor, señor, denle a ella mejor el niño que está vivo, pero que no lo maten'. Pero la otra replicaba: 'Pártanlo, así no será ni mío ni tuyo'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Pero entonces, la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey (porque sus entrañas se conmovieron por su hijo), y exclamó: ¡Ay, señor mío! Dad a ésta el niño vivo; pero no lo hagas morir. Pero la otra dijo: No sea ni para mí ni para ti. ¡Partidlo!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, dirigiéndose al rey, porque se le habían conmovido las entrañas por su hijo, le dijo: '¡Por favor, señor mío! Entregadle a ésta el niño vivo, pero no lo matéis'. Por el contrario, la otra decía: 'No será para mí, ni para ti; que lo partan'.

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1 Reyes 3:26
12 Referans Kwoze  

En seguida, conmovido por su hermano, le vinieron ganas de llorar, y entrando en la alcoba, lloró allí.


y dijo: Partan en dos al niño vivo; denle una mitad a una y otra mitad a la otra.


Entonces el rey sentenció: Denle a ésa el niño vivo, río lo maten. ¡Esa es su madre!


mi herida empeoró, el corazón me ardía por dentro; pensándolo me requemaba, hasta que solté la lengua.


¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.


¡Si es mi hijo querido Efraín, mi niño, mi encanto! Cada vez que le reprendo me acuerdo de ello, se me conmueven las entrañas y cedo a la compasión -oráculo del Señor- .


¿Cómo podré dejarte, Efraín; entregarte a ti, Israel? ¿Cómo dejarte como a Admá; tratarte como a Seboín? Me da un vuelco el corazón, se me conmueven las entrañas.


sin conciencia, sin palabra, sin entrañas, sin compasión.


Bien sabe Dios con qué cariño cristiano les echo de menos.


Entonces, si hay un estímulo en el Mesías y un aliento en el amor mutuo, si existe una solidaridad de espíritu y un cariño tierno,


sin corazón, implacables y calumniadores, gente sin control, inhumanos y enemigos de todo lo bueno;


Si uno posee bienes de este mundo y, viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios?


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