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1 Reyes 10:25 - Nueva Biblia Española (1975)

25 Y cada cual traía su obsequio: vajillas de plata y oro, mantos, perfumes y aromas, caballos y muías. Y así todos los años.

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Biblia Reina Valera 1960

25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Año tras año, cada visitante le llevaba regalos de plata y oro, ropa, armas, especias, caballos y mulas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Cada cual traía su regalo, objetos de plata y objetos de oro, trajes, armaduras, perfumes, caballos y mulas; y esto era año tras año.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Y año tras año, todos ellos le llevaban su presente: objetos de plata, objetos de oro, vestiduras, armas, perfumes, caballos y mulos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Todos le llevaban presentes: objetos de plata y de oro, vestidos, armas, perfumes, caballos y mulos. Y así año tras año.

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1 Reyes 10:25
23 Referans Kwoze  

Hijos de Sibeón: Aya y Ana. Este Ana es el que encontró agua en el desierto cuando pastoreaba los burros de su padre Sibeón.


y despachó a su hijo Adoran para saludar al rey David y darle la enhorabuena por el combate y la derrota de Adadhézer, porque Adadhézer atacaba a Tou con frecuencia. Adoran llevó una vajilla de plata, oro y bronce.


Derrotó a Moab: los hizo echarse en tierra y los midió a cordel; midió dos cuerdas de condenados a muerte, y dejó con vida a otra cuerda. Moab pasó a David en calidad de vasallo tributario.


Cuando se presentaron ante el rey, éste les dijo: Tomen con ustedes a los ministros de su señor. Monten a mi hijo Salomón en mi propia muía. Bájenlo al Manantial.


La reina regaló al rey cuatro mil kilos de oro, gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Nunca llegaron tantos perfumes como los que la reina de Sabá regaló al rey Salomón.


y le dijo: Anda, vamos a recorrer el país, a ver todos los manantiales y arroyos; a lo mejor encontramos pasto para conservar la vida a caballos y mulos sin que tengamos que sacrificar el ganado.


Cuando Jirán, rey de Tiro, se enteró de que Salomón había sucedido a su padre en el trono, le mandó una embajada, porque Jirán había sido siempre aliado de David.


Pero el rey de Asiría descubrió que Oseas lo traicionaba: había enviado emisarios a Sais, al rey de Egipto, y no pagó el tributo como hacía otros años. Entonces el rey de Asiria lo apresó y lo encerró en la cárcel.


Los amonitas pagaron tributo a Ozías, y llegó a ser tan poderoso que su fama se extendió hasta la frontera de Egipto.


Y cada cual traía su obsequio: vajillas de plata y oro, mantos, perfumes y aromas, caballos y mulos. Y así todos los años.


setecientos treinta y seis caballos, doscientos cuarenta y cinco mulos,


Redactaron un documento en nombre del rey Asuero, lo sellaron con su sello y despacharon las cartas por correos montados en caballos velocísimos, pura sangre, de las cuadras reales.


A toda prisa, obedeciendo la orden del rey, los correos, montados en caballos velocísimos, pura sangre, de las cuadras reales, partieron rápidos. El edicto se promulgó en la acrópolis de Susa.


Vinieron a visitarlo sus hermanos y hermanas y los antiguos conocidos, comieron con él en su casa, le dieron el pésame y lo consolaron de la desgracia que el Señor le había enviado; cada uno le regaló una suma de dinero y un anillo de oro.


A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo.


que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo, que los reyes de Sabá y Arabia le ofrezcan sus dones,


Que viva y que le traigan el oro de Sabá, que recen por él continuamente y lo bendigan todo el día.


No hagan caso a Ezequías, porque esto dice el rey de Asiría: ríndanse y hagan la paz conmigo, y cada uno comerá de su viña y su higuera y beberá de su pozo;


Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor, traerán a todos sus hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi Monte Santo de Jerusalén -dice el Señor-, cómo los israelitas traen la ofrenda en una vasija pura al templo del Señor.


Los de Bet Togarma te daban a cambio caballos, jinetes y mulos.


Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas le rindieron homenaje; luego abrieron sus cofres y como regalos le ofrecieron oro, incienso y mirra.


Pero gritaron al Señor, y el Señor hizo surgir un salvador: Ehud, hijo de Guerá, benjaminita, impedido de la mano derecha; por su mano enviaron los israelitas tributo a Eglón, rey de Moab.


En cambio, los malvados comentaron: ¡Qué va a salvarnos ése! Lo despreciaron y no le ofrecieron regalos. Saúl callaba.


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