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Mateo 8:4 - Biblia Reina Valera 1995

4 Entonces Jesús le dijo: —Mira, no lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 —No se lo cuentes a nadie —le dijo Jesús—. En cambio, preséntate ante el sacerdote y deja que te examine. Lleva contigo la ofrenda que exige la ley de Moisés a los que son sanados de lepra. Esto será un testimonio público de que has quedado limpio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Jesús le dijo: 'Mira, no se lo digas a nadie; pero ve a mostrarte al sacerdote y ofrece la ofrenda ordenada por la Ley de Moisés, pues tú tienes que hacerles una declaración.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Entonces Jesús le dice: Mira, no lo digas a nadie, solamente ve y muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés,° para testimonio a ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Jesús le dijo: 'Cuidado con decírselo a nadie. Pero esto sí; ve a presentarte al sacerdote y a ofrecer el don que mandó Moisés, para que tengan constancia de ello'.

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Mateo 8:4
31 Referans Kwoze  

Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la Ley y engrandecerla.


y si la mancha es verdosa o rojiza, en vestido o en cuero, en urdimbre o en trama, o en cualquier objeto de cuero, es mancha de lepra y se ha de mostrar al sacerdote.


y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa mía, para testimonio a ellos y a los gentiles.


Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijeran que él era Jesús, el Cristo.


Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: —No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.


Jesús le respondió: —Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces se lo permitió.


»No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir,


»Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.


Y los ojos de ellos fueron abiertos. Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: —Mirad que nadie lo sepa.


»Pero cuidad de vosotros mismos, porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos.


Pero él los reprendía para que no lo descubrieran.


Pero él les insistió en que nadie lo supiera, y dijo que dieran de comer a la niña.


Y si en algún lugar no os reciben ni os oyen, salid de allí y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad.


Y les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.


Pero él les mandó que no dijeran esto de él a nadie.


Mientras descendían del monte, les mandó que a nadie dijeran lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de los muertos.


Cuando él los vio, les dijo: —Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que, mientras iban, quedaron limpios.


Pero esto os será ocasión para dar testimonio.


También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: —¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.


Jesús le mandó que no lo dijera a nadie. Le dijo: —Ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para testimonio a ellos.


Sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a nadie dijeran lo que había sucedido.


Pero él les mandó que a nadie dijeran esto, encargándoselo rigurosamente,


»Gloria de los hombres no recibo.


El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que lo envió, este es verdadero y no hay en él injusticia.


Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga.


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