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Lucas 5:8 - Biblia Reina Valera 1995

8 Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: —Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Cuando Simón Pedro se dio cuenta de lo que había sucedido, cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: —Señor, por favor, aléjate de mí; soy un hombre tan pecador.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: 'Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Al verlo Simón Pedro, se postró a los pies de Jesús, y dijo: ¡Apártate de mí Señor, que soy hombre pecador!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Cuando Simón Pedro vio esto se echó a los pies de Jesús, diciéndole: 'Apártate de mí, Señor, que soy hombre pecador'.

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Lucas 5:8
19 Referans Kwoze  

Y temiendo David a Jehová aquel día, dijo: «¿Cómo ha de entrar en mi casa el Arca de Jehová?»


Entonces dijo ella a Elías: —¿Qué tengo que ver yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido aquí a recordarme mis pecados y a hacer morir a mi hijo?


«Yo soy vil, ¿qué te responderé? ¡Me tapo la boca con la mano!


Entonces dijeron a Moisés: —Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.


Entonces dije: «¡Ay de mí que soy muerto!, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.»


Al oír esto, los discípulos se postraron sobre sus rostros y sintieron gran temor.


Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Luego, abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.


Respondió el centurión y dijo: —Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi criado sanará,


Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que acudieran a ayudarlos. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.


Por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él y de todos los que estaban con él,


María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verlo, se postró a sus pies, diciéndole: —Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.


Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido.


Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: «No temas. Yo soy el primero y el último,


Y dijo Manoa a su mujer: —Ciertamente moriremos, porque hemos visto a Dios.


Los de Bet-semes dijeron: «¿Quién podrá estar delante de Jehová, el Dios santo? ¿A quién la enviaremos nosotros?»


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