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Levítico 26:9 - Biblia Reina Valera 1995

9 porque yo me volveré a vosotros, os haré crecer, os multiplicaré y afirmaré mi pacto con vosotros.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 »Los miraré con agrado, los haré fértiles y multiplicaré su pueblo. Cumpliré mi pacto con ustedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Yo me inclinaré hacia ustedes y mi alianza con ustedes cobrará pleno vigor; tendrán familias numerosas y llegarán a ser un gran pueblo;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Volveré mi rostro hacia vosotros, y os haré fecundos y os haré multiplicar, y confirmaré mi pacto con vosotros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Yo me volveré hacia vosotros, yo os haré crecer y os multiplicaré y mantendré con vosotros mi alianza.

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Levítico 26:9
31 Referans Kwoze  

Los bendijo Dios y les dijo: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.»


Y en cuanto a Ismael, también te he oído. Lo bendeciré, lo haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera, engendrará doce príncipes y haré de él una gran nación.


de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; tu descendencia se adueñará de las puertas de sus enemigos.


Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y daré a tu descendencia todas estas tierras, y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente,


Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente,


Que el Dios omnipotente te bendiga, te haga fructificar y te multiplique hasta llegar a ser multitud de pueblos;


y me dijo: “Yo te haré crecer, te multiplicaré y te pondré por estirpe de naciones; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua.”


Pero estableceré mi pacto contigo, y tú entrarás en el arca, con tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos.


Tu siervo está en medio de tu pueblo, el que tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar por su multitud incalculable.


Pero Jehová tuvo misericordia y se compadeció de ellos; se volvió hacia ellos a causa de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob, y no quiso destruirlos ni echarlos de delante de su presencia hasta hoy.


Pero yo les respondí: —El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros, sus siervos, nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén.


Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y los llevaste a la tierra de la cual habías dicho a sus padres que habían de entrar a poseerla.


Los bendice, y se multiplican en gran manera; y no disminuye su ganado.


Hice pacto con mi escogido; juré a David mi siervo, diciendo:


Pero los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, llegaron a ser numerosos y fuertes en extremo, y se llenó de ellos la tierra. Muchos conocen hoy al antiguo Egipto solo por sus pirámides, la esfinge, la escritura jeroglífica y los tesoros de sus gobernantes. Sin el Nilo, Egipto habría sido solo un árido desierto. Cada año, ese río se desborda y, al volver a su cauce normal, deja atrás una fértil capa de barro negro. En estas franjas fértiles puede crecer gran variedad de granos. A ambos lados de esa faja verde se extiende el desierto. (Véase Índice de mapas.) Egipto es una de las civilizaciones más antiguas. El ser humano habita el Valle del Nilo desde la edad de piedra. La historia escrita de Egipto y de sus familias reales (los «faraones») data de antes del año 3000 a.C. Antes de la época de Abraham, poderosos faraones habían conquistado hasta las regiones al sur del Sudán. En algún momento entre 1700 y 1650 a.C., Egipto fue invadido por un gran grupo de extranjeros. Muchos de ellos eran semitas (gente de raza y lengua similares a las de los patriarcas israelitas). Pronto conquistaron Egipto. Desde su capital, al nordeste del delta del Nilo, los gobernantes semitas (llamados «hicsos») controlaron un imperio que abarcaba la mayoría del territorio egipcio y toda Palestina (véase Índice de mapas). Algunos estudiosos opinan que fue uno de esos faraones quien protegió a José (cf. Gn 41—50). Cerca del año 1550 a.C., el imperio hicso fue derrotado. Amosis I fundó una nueva dinastía de faraones. Su imperio se expandió, alcanzando su máxima extensión en los reinados de Tutmosis III y Ramsés II. Un considerable número de intérpretes cree que el faraón del éxodo fue Ramsés II (cf. Ex 5—14). Para construir sus ciudades reales, los faraones necesitaban ladrillos. Para hacerlos, los hombres excavaban arcilla y la mezclaban con paja. Con esa mezcla llenaban moldes de madera y los ponían al sol para que la mezcla se secara y endureciera. (cf. Ex 5.7-19). Ese mismo método se emplea todavía en algunos países. La idea de la escritura, inventada en Babilonia entre el 3500 y el 3000 a.C., llegó rápidamente a Egipto. Los sacerdotes egipcios pronto inventaron su propio sistema de expresar ideas por medio de dibujos («jeroglíficos»). Mucho de lo que sabemos del antiguo Egipto proviene de los jeroglíficos encontrados en edificios y monumentos, y de libros, cartas y crónicas escritos en un estilo manuscrito abreviado, llamado «hierático». Las vestiduras egipcias eran de lino. Los hombres usaban faldas; las mujeres, vestidos largos con grandes tirantes en los hombros. Los ricos vestían lino fino plisado, por lo general blanco, pero también de colores. Para ocasiones especiales usaban pelucas y joyería (anillos, brazaletes, collares y cintas para la cabeza). Mantenían su piel suave con aceite, usaban maquillaje negro para los ojos y perfumes. El rey y su corte empleaban muchos artesanos hábiles, pintores, escultores, orfebres y plateros. Como los egipcios creían que la vida después de la muerte era muy similar a la vida presente, llenaban las tumbas con objetos familiares del difunto y con pinturas que reproducían escenas de la vida cotidiana. Los antiguos egipcios tenían muchos dioses: dioses que gobernaban los fenómenos naturales, dioses de la verdad, la justicia, la sabiduría, etc. El rey del mundo de ultratumba (el mundo de los muertos) era Osiris, quien tenía las llaves de la vida después de la muerte. El faraón era el intermediario entre los dioses y las personas. En los templos, los sacerdotes servían a los dioses como si se tratara de reyes humanos. La gente común solo veía las imágenes de las grandes divinidades en los días festivos, cuando las sacaban en procesión.


Y miró Dios a los hijos de Israel, y conoció su condición.


También establecí mi pacto con ellos, para darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros y en la cual habitaron.


Inclinad vuestro oído y venid a mí; escuchad y vivirá vuestra alma. Haré con vosotros un pacto eterno, las misericordias firmes a David.


Yo mismo recogeré el resto de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus pastizales; y crecerán y se multiplicarán.


Pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, no se amedrentarán ni serán menoscabadas, dice Jehová.


Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.


sino por mi pacto que confirmaré contigo. Y sabrás que yo soy Jehová;


Porque he aquí que yo estoy por vosotros, a vosotros me volveré y seréis labrados y sembrados.


si despreciáis mis preceptos y vuestra alma menosprecia mis estatutos, si no ponéis en práctica todos mis mandamientos e invalidáis mi pacto,


para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su santo pacto,


Jehová te hará sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar.


»Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas.


Te amará, te bendecirá y te multiplicará, bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría.


No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Como ellos no permanecieron en mi pacto, yo me desentendí de ellos —dice el Señor—.


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