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Jueces 13:6 - Biblia Reina Valera 1995

6 La mujer fue y se lo contó a su marido, diciendo: «Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era muy temible como el de un ángel de Dios. No le pregunté de dónde venía ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 La mujer corrió a decirle a su esposo: «¡Se me apareció un hombre de Dios! Tenía el aspecto de uno de los ángeles de Dios, daba miedo verlo. No le pregunté de dónde era, y no me dijo su nombre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Al volver a su casa, la mujer conversó con su marido y le dijo: 'Un hombre de Dios vino a verme. Era tan majestuoso como un ángel de Dios, pero no le pregunté de dónde venía y no me dijo su nombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 La mujer fue entonces y habló a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, y su aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, muy terrible; y no le pregunté de dónde era, ni él me declaró su nombre;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 La mujer comunicó a su esposo: 'Ha venido a mí un hombre de Dios; su aspecto era como el del ángel de Dios, sobremanera terrible. No le pregunté de dónde venía ni me dijo su nombre.

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Jueces 13:6
29 Referans Kwoze  

Alzó los ojos y vio a tres varones que estaban junto a él. Al verlos salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, se postró en tierra


—Declárame ahora tu nombre —le preguntó Jacob. —¿Por qué me preguntas por mi nombre? —respondió el hombre. Y lo bendijo allí mismo.


Entonces dijo ella a Elías: —¿Qué tengo que ver yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido aquí a recordarme mis pecados y a hacer morir a mi hijo?


Entonces la mujer dijo a Elías: —Ahora reconozco que tú eres un varón de Dios y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.


Entonces Eliseo le dijo: —El año que viene, por este tiempo, sostendrás un hijo en tus brazos. Ella dijo: —No, señor mío, varón de Dios, no te burles de tu sierva.


Entonces la mujer dijo a su marido: —Mira, yo sé que este que siempre pasa por nuestra casa es un santo hombre de Dios.


Allí se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego, en medio de una zarza. Al fijarse, vio que la zarza ardía en fuego, pero la zarza no se consumía.


Y añadió: —Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.


Me dijo: “Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que he de decirte y ponte en pie, porque a ti he sido enviado ahora.” »Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.


Alcé mis ojos y miré, y vi un varón vestido de lino y ceñida su cintura con oro de Ufaz.


»Vino luego cerca de donde yo estaba. Y al venir, me asusté y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: “Entiende, hijo de hombre, que la visión es para el tiempo del fin.”


Respondiendo el ángel, le dijo: —Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado a hablarte y darte estas buenas nuevas.


Mientras oraba, la apariencia de su rostro cambió y su vestido se volvió blanco y resplandeciente.


Entonces todos los que estaban sentados en el Concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.


Esta es la bendición con la cual Moisés, varón de Dios, bendijo a los hijos de Israel, antes de morir.


Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.


Los hijos de Judá fueron a donde estaba Josué en Gilgal, y Caleb hijo de Jefone, el cenezeo, le dijo: «Tú sabes lo que Jehová dijo a Moisés, el varón de Dios, en Cades-barnea, tocante a nosotros dos.


Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: «No temas. Yo soy el primero y el último,


La mujer corrió prontamente a avisar a su marido, diciéndole: «Mira que se me ha aparecido aquel hombre que vino a mí el otro día.»


Y dijo Manoa a su mujer: —Ciertamente moriremos, porque hemos visto a Dios.


A esta mujer se le apareció el ángel de Jehová y le dijo: «Tú eres estéril y nunca has tenido hijos, pero concebirás y darás a luz un hijo.


Pero sí me dijo: “He aquí que tú concebirás y darás a luz un hijo; por tanto, desde ahora no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo para Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte.”»


Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: «Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel hombre de Dios que enviaste regrese ahora a nosotros y nos enseñe lo que debemos hacer con el niño que ha de nacer.»


Entonces vino el ángel de Jehová y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita. Gedeón, su hijo, estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas,


Vino un varón de Dios ante Elí, y le dijo: «Así ha dicho Jehová: “¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre cuando estaban en Egipto en la casa del faraón?


Él le respondió: —En esta ciudad hay un varón de Dios; es un hombre muy respetado: todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino.


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