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Juan 8:2 - Biblia Reina Valera 1995

2 Por la mañana volvió al Templo, y todo el pueblo vino a él; y sentándose, les enseñaba.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 pero muy temprano a la mañana siguiente, estaba de vuelta en el templo. Pronto se juntó una multitud, y él se sentó a enseñarles.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Al amanecer estaba ya nuevamente en el Templo; toda la gente acudía a él, y él se sentaba para enseñarles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Pero, al amanecer, se presentó de nuevo en el templo. Todo el pueblo acudía a él, y él, allí sentado, los instruía.

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Juan 8:2
14 Referans Kwoze  

Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo según tus fuerzas, porque en el seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo ni ciencia ni sabiduría.


«Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, que son veintitrés años, ha venido a mí palabra de Jehová, y he hablado desde el principio y sin cesar, pero no escuchasteis.


Ellos me volvieron la espalda en vez del rostro, y cuando les enseñaba desde el principio y sin cesar, no escucharon para recibir corrección,


Envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde el principio y sin cesar, para deciros: “¡No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco!”


En aquella hora dijo Jesús a la gente: —¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me prendisteis.


De día enseñaba en el Templo y por la noche salía y se quedaba en el monte que se llama de los Olivos.


Y todo el pueblo acudía a él por la mañana para oírlo en el Templo.


Enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.


Entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón y le rogó que la apartara de tierra un poco. Luego, sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.


Jesús les dijo: —Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra.


Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el Templo; y nadie lo prendió, porque aún no había llegado su hora.


Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio,


Habiendo oído esto, entraron de mañana en el Templo y enseñaban. Entre tanto, vinieron el Sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al Concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que los trajeran.


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