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Juan 18:18 - Biblia Reina Valera 1995

18 Estaban en pie los siervos y los guardias que habían encendido un fuego, porque hacía frío y se calentaban. También con ellos estaba Pedro en pie, calentándose.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Y estaban en pie los siervos y los alguaciles que habían encendido un fuego; porque hacía frío, y se calentaban; y también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Como hacía frío, los sirvientes de la casa y los guardias habían hecho una fogata con carbón. Estaban allí de pie, junto al fuego, calentándose, y Pedro estaba con ellos, también calentándose.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Los sirvientes y los guardias tenían unas brasas encendidas y se calentaban, pues hacía frío. También Pedro estaba con ellos y se calentaba.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Y los siervos y los alguaciles, que habían preparado un brasero, estaban° de pie y se calentaban, pues hacía frío. Y Pedro también estaba con ellos, de pie y calentándose.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Estaban allí los criados y los guardias, que habían hecho unas brasas para calentarse, pues hacía frío. También Pedro estaba con ellos, de pie, calentándose.

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Juan 18:18
16 Referans Kwoze  

En su consejo no entre mi alma, ni mi espíritu se junte en su compañía, porque en su furor mataron hombres y en su temeridad desjarretaron toros.


Allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Llegó a él palabra de Jehová, el cual le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías?


Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado,


El que anda entre sabios será sabio, pero el que se junta con necios saldrá mal parado.


Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del Sumo sacerdote; y estaba sentado con los guardias, calentándose al fuego.


y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándolo, le dijo: —Tú también estabas con Jesús, el nazareno.


Lleno de angustia oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.


Estaba, pues, Pedro en pie, calentándose, y le preguntaron: —¿No eres tú de sus discípulos? Él negó y dijo: —¡No lo soy!


Judas, pues, tomando una compañía de soldados y guardias de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas, antorchas y armas.


Al descender a tierra, vieron brasas puestas y un pescado encima de ellas, y pan.


Al ser puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.


No os engañéis: «Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.»


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