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Juan 1:14 - Biblia Reina Valera 1995

14 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único; en él todo era don amoroso y verdad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Y el Logos se hizo carne, y tabernaculizó° entre nosotros, y contemplamos su gloria (gloria como del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Nosotros vimos su gloria, gloria como de Hijo único que viene del Padre, lleno de gracia y de verdad.

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Juan 1:14
60 Referans Kwoze  

Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: «Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy.


Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se ha derramado en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.


Ciertamente cercana está su salvación a los que lo temen, para que habite la gloria en nuestra tierra.


Entonces se manifestará la gloria de Jehová y toda carne juntamente la verá, porque la boca de Jehová ha hablado.»


Subirá cual renuevo delante de él, como raíz de tierra seca. No hay hermosura en él, ni esplendor; lo veremos, mas sin atractivo alguno para que lo apreciemos.


Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel.


Estará en medio de ellos mi tabernáculo; yo seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo.


Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.


que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.


Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.


Pedro y los que lo acompañaban estaban rendidos de sueño; pero, permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que estaban con él.


En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios.


Jesús le dijo: —¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?


Jesús le dijo: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.


Jesús le dijo: —¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: “Muéstranos el Padre”?


Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno.


»Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo esté, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, pues me has amado desde antes de la fundación del mundo.


Le dijo entonces Pilato: —Luego, ¿eres tú rey? Respondió Jesús: —Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.


Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.


»De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.


El que en él cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.


Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.


y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.


la cual Dios nos ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.”


Lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne,


A ellos también pertenecen los patriarcas, de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.


El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.


Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.


Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley,


A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las insondables riquezas de Cristo,


porque al Padre agradó que en él habitara toda la plenitud,


en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.


Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad,


Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.


Él, que es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,


¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: «Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy», ni tampoco: «Yo seré un padre para él, y él será un hijo para mí»?


Por lo cual, entrando en el mundo dice: «Sacrificio y ofrenda no quisiste, mas me diste un cuerpo.


porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,


Por eso, tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose Sumo sacerdote, sino que fue Dios quien le dijo: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.»


Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.


En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él.


Muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.


Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios.


Y oí una gran voz del cielo, que decía: «El tabernáculo de Dios está ahora con los hombres. Él morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos como su Dios.


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