Jeremías 3:12 - Biblia Reina Valera 199512 Ve y proclama estas palabras hacia el norte, y di: »“Vuélvete, rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová; no guardaré para siempre el enojo. Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 196012 Ve y clama estas palabras hacia el norte, y di: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo. Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente12 Por lo tanto, ve y dale este mensaje a Israel. Esto dice el Señor: »“Oh Israel, mi pueblo infiel, regresa otra vez a mí, porque yo soy misericordioso. No estaré enojado contigo para siempre. Gade chapit laBiblia Católica (Latinoamericana)12 Sal a gritar estas palabras, al norte: 'Vuelve, Israel infiel, dice Yavé. No me enojaré con ustedes, porque soy bueno, ni les guardaré rencor. Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion12 Ve y proclama estas palabras hacia el norte, y di: ¡Vuélvete, oh apóstata Israel!, dice YHVH. No haré caer mi ira sobre vosotros, Porque soy misericordioso, dice YHVH. No estaré enojado para siempre. Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 197512 Ve y proclama estas palabras hacia el norte y di: Conviértete, apóstata Israel -oráculo de Yahveh-; no os miraré con rostro airado, pues soy misericordioso -oráculo de Yahveh-; no estaré siempre enojado. Gade chapit la |
hasta que Jehová apartó a Israel de su presencia, como lo había anunciado por medio de todos los profetas, sus siervos. Así Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta el día de hoy. Los asirios ocuparon la parte norte del actual Irak (la tierra entre los ríos Tigris y Éufrates) durante la mayor parte del período cubierto por el AT. Los montes y las planicies de esta fértil tierra contrastan con el desierto que se encuentra al oeste y con las escabrosas montañas al norte y al este. Por tal motivo, los asirios constantemente tuvieron que defender su país de los invasores. Los asirios eran, en su mayoría, un pueblo semítico (grupo al que asimismo pertenecían los israelitas); su idioma era muy similar al babilónico. También usaban el sistema de escritura cuneiforme, hecha con signos en forma de cuña, que representaban sonidos o sílabas y se imprimían en tabletas de barro con una especie de punzón (llamado posteriormente «estilo»). Las listas reales muestran que los asirios ya estaban en su tierra por el año 2300 a.C., y la evidencia arqueológica señala que Nínive fue fundada cerca del 4000 a.C. Alrededor del año 1100 a.C. Asiria se había convertido en una potencia del cercano Oriente. Siguió un tiempo de decadencia. Pero desde cerca del 900 a.C. hubo una serie de reyes vigorosos, los que empezaron a establecer el poderoso imperio asirio. Con el imperio vino también la riqueza. Las historias narradas en la Biblia y en otros documentos, más las escenas de batallas que decoraban las paredes de los palacios asirios, dan la impresión de que se trataba de un cruel pueblo guerrero. Pero la vida asiria no se limitaba a la guerra. Los reyes construyeron grandes palacios y templos en las ciudades más importantes (Nínive, Asur y Cala). Las paredes estaban revestidas con planchas de piedra talladas en bajorrelieve. Tales planchas mostraban al rey mientras cazaba, trataba con sus súbditos o adoraba a sus dioses, y también narraban sus victorias. El mobiliario de los palacios estaba bellamente decorado con paneles de marfil tallado o grabado. El rey, con la reina a su lado, descansaba en un sofá y bebía de copas doradas. Miles de tabletas de barro se guardaban en las bibliotecas de los palacios. Muchas tienen que ver con asuntos diplomáticos y administrativos, otras detallan determinado reinado. Hay también documentos legales, diccionarios y listas de palabras. La literatura asiria incluye grandes épicas de la historia primitiva y leyendas (entre ellas las famosas historias del diluvio y de la creación), y otras historias de los dioses. Asur, el dios nacional de Asiria, era considerado el rey de los dioses. Se creía que él y los otros dioses (dios de la luna, dios del sol, dios del clima, diosa del amor y de la guerra, etc.) controlaban todas las cosas. Cada ciudad tenía un templo principal donde se adoraba al dios de esa ciudad (dios patrono). En el día especial del dios y en las grandes festividades, las personas se aglomeraban para ver las procesiones, donde se exhibían las estatuas del dios. Tomaban muy en serio al mundo espiritual. Solían usar amuletos para ahuyentar los espíritus malignos y los demonios, quienes causaban problemas y provocaban enfermedades. Consultaban adivinos y astrólogos para conocer el futuro. Se ofrecían ofrendas a los muertos. Sin embargo, la religión asiria no proveía ninguna esperanza de vida después de la muerte. Los asirios entran en la historia bíblica en la época de los últimos reyes de Israel (s. VIII a.C.), en la época en que Isaías (el profeta) se estaba dando a conocer en el reino de Judá. Desde ca. del 840 a.C., Asiria había considerado a Israel como estado vasallo. En el obelisco de piedra negra que documenta las victorias del rey Salmanasar III, se muestra a Jehú, rey de Israel, rindiendo tributo (cf. 2~R 9—10). En el 745 a.C. Tiglat-pileser III asciende al trono de Asiria. Invadió Israel y forzó al rey Manahem a renovar el pago del tributo (2~R 15.17-23). Años más tarde, el rey asirio volvió a invadir Israel, capturando tierras y ciudades, y deportó a muchas personas. (Para evitar problemas posteriores, los asirios solían mandar al exilio a los conquistados y los establecían en otro país.) Oseas, rey de Israel, resistió a los asirios. Fue derrotado, pero luego se rebeló. En esta ocasión, el rey asirio Salmanasar V sitió y capturó Samaria, la capital de Israel. Toda la población fue enviada al exilio; Samaria fue repoblada con gentes de otros pueblos. Era el año 721 a.C. (2~R 17; 18.9-12). Sargón II, sucesor de Salmanasar, declara haber deportado como prisioneros a «... 27.290 de sus habitantes junto con sus carros... y los dioses en quienes confiaban». (Véase Tabla cronológica.) El reino de Judá se había tornado en vasallo asirio al pedir protección contra el ataque de Israel y Siria (2~R 16.1-9). Así, cuando el rey Ezequías buscó la independencia de Judá, su acción llevó al ejército asirio hasta Judá. El rey asirio sitió y capturó Laquis y envió un gran ejército contra Jerusalén. Ezequías, por consejo del profeta Isaías, no se rindió, y los asirios tuvieron que retroceder (2~R 18.1-8,13—19.37). Judá permaneció leal a Asiria hasta que el imperio fue derrotado por los babilonios, quienes capturaron Nínive, la capital asiria, en el año 612 a.C. (cf. Dn 5).