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Apocalipsis 18:2 - Biblia Reina Valera 1995

2 Clamó con voz potente, diciendo: «¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia! Se ha convertido en habitación de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo y en albergue de toda ave inmunda y aborrecible,

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Dio un fuerte grito: «¡Ha caído Babilonia, cayó esa gran ciudad! Se ha convertido en una casa para los demonios. Es una guarida para todo espíritu inmundo, un nido para todo buitre repugnante y una cueva para todo animal sucio y espantoso.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Gritó con voz potente: '¡Cayó, cayó la Gran Babilonia! Se ha convertido en guarida de demonios, en refugio de espíritus inmundos, en nido de aves impuras y asquerosas;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y clamó con voz potente, diciendo: ¡Cayó, cayó la gran Babilonia,° y se convirtió en morada de demonios y guarida de todo espíritu inmundo y encierro de toda ave inmunda y aborrecible!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Gritó con voz potente, diciendo: '¡Cayó, cayó Babilonia, la grande! Se ha convertido en morada de demonios, en guarida de toda clase de espíritus inmundos, en guarida de toda suerte de aves impuras y aborrecibles.

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Apocalipsis 18:2
26 Referans Kwoze  

«Y la convertiré en posesión de erizos y en tierra cenagosa. La barreré con escobas de destrucción», dice Jehová.


»Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras. Les dirás: »“Jehová ruge desde lo alto, y desde su morada santa da su voz; ruge fuertemente contra su redil; canción de lagareros canta contra todos los moradores de la tierra.


Y será Babilonia un montón de ruinas, guarida de chacales, objeto de espanto y burla, sin morador alguno.


¡De repente cayó Babilonia y se hizo pedazos! ¡Gemid por ella! Tomad bálsamo para su dolor: quizá sane.»


»Jehová rugirá desde Sión, dará su voz desde Jerusalén y temblarán los cielos y la tierra; pero Jehová será la esperanza de su pueblo, la fortaleza de los hijos de Israel.


Rebaños de ganado se echarán en ella, y todas las bestias del campo; el pelícano y el erizo dormirán en sus dinteles, su voz resonará en las ventanas; habrá desolación en las puertas, porque su artesonado de cedro quedará al descubierto.


Sus pies eran semejantes al bronce pulido, refulgente como en un horno, y su voz como el estruendo de muchas aguas.


y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.


Sus cadáveres estarán en la plaza de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.


Y otro ángel salió del templo gritando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: «¡Mete tu hoz y siega, porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura!»


Otro ángel lo siguió, diciendo: «Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.»


Vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos semejantes a ranas.


La gran ciudad se dividió en tres partes y las ciudades de las naciones cayeron. La gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.


Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.»


En su frente tenía un nombre escrito, un misterio: «Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.»


Poniéndose lejos por el temor de su tormento, dirán: «¡Ay, ay de la gran ciudad, de Babilonia, la ciudad fuerte!, porque en una sola hora vino tu juicio.»


Un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: «Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada.


Y vi un ángel poderoso que pregonaba a gran voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?»


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