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Apocalipsis 14:1 - Biblia Reina Valera 1995

1 Después miré, y vi que el Cordero estaba de pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Luego vi al Cordero de pie sobre el monte Sion, y con él había 144.000 que tenían el nombre del Cordero y el de su Padre escrito en la frente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Tuve otra visión: el Cordero estaba de pie sobre el monte Sión y lo rodeaban ciento cuarenta y cuatro mil personas que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y miré, y he aquí el Cordero en pie sobre el monte Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil, que tienen su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Miré y apareció el Cordero, de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían su nombre y el nombre de su Padre escrito en la frente.

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Apocalipsis 14:1
30 Referans Kwoze  

«Yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte.»


Pero Sión ha dicho: «Me dejó Jehová, el Señor se olvidó de mí.»


La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: «¿Qué ves tú, Jeremías?» Yo respondí: «Veo una vara de almendro.»


Miré, y vi que venía del norte un viento huracanado y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor. En medio del fuego algo semejante al bronce refulgente;


Miré, y vi que sobre la bóveda que estaba sobre la cabeza de los querubines había como una piedra de zafiro, que tenía el aspecto de un trono que apareció sobre ellos.


Miré, y vi cuatro ruedas junto a los querubines, junto a cada querubín una rueda; y el aspecto de las ruedas era como de crisólito.


Miré, y vi una mano extendida hacia mí, y en ella había un libro enrollado.


Me llevó hacia la puerta del norte por delante de la casa; y miré, y he aquí que la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová; y me postré sobre mi rostro.


Me llevó a la entrada del atrio, y miré, y vi un agujero en la pared.


y le dijo Jehová: «Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.»


»Yo, Daniel, miré y vi a otros dos que estaban en pie, uno a este lado del río y el otro al otro lado.


Y todo aquel que invoque el nombre de Jehová, será salvo; porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el resto al cual él habrá llamado.


Y me preguntó: —¿Qué ves, Amós? Y respondí: —Un canastillo de fruta de verano. Y me dijo Jehová: —Ha venido el fin sobre mi pueblo Israel; no lo toleraré más.


De las cojas haré un remanente, de las descarriadas, una nación robusta. Entonces reinará Jehová sobre ellos en el monte Sión, desde ahora y para siempre.


Y me preguntó: —¿Qué ves? Respondí: —Veo un candelabro de oro macizo, con un depósito arriba, con sus siete lámparas y siete tubos para las lámparas que están encima de él.


»Os digo que todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del hombre lo confesará delante de los ángeles de Dios;


como está escrito: «He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de caída; y el que crea en él, no será defraudado.»


Miré, y vi una nube blanca. Sentado sobre la nube, uno semejante al Hijo del hombre, que llevaba en la cabeza una corona de oro y en la mano una hoz aguda.


Cantaban un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender el cántico, sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.


Después de estas cosas miré, y fue abierto en el cielo el santuario del tabernáculo del testimonio.


verán su rostro y su nombre estará en sus frentes.


Al vencedor yo lo haré columna en el templo de mi Dios y nunca más saldrá de allí. Escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, con mi Dios, y mi nombre nuevo.


Después de esto miré, y vi que había una puerta abierta en el cielo. La primera voz que oí era como de una trompeta que, hablando conmigo, dijo: «¡Sube acá y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas!»


Miré, y vi un caballo amarillo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra.


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