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2 Samuel 11:8 - Biblia Reina Valera 1995

8 Después dijo David a Urías: «Desciende a tu casa, y lava tus pies.» Cuando Urías salió de la casa del rey, le enviaron un presente de la mesa real.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Después le dijo a Urías: «Ve a tu casa a descansar». David incluso le envió un regalo a Urías apenas este dejó el palacio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 después dijo a Urías: 'Anda a tu casa, te has ganado el derecho de lavarte los pies'. Apenas salió Urías de la casa del rey, éste despachó detrás de él un presente de su mesa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa real, le fue enviado un presente del rey.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Después díjole David a Urías: 'Baja a tu casa y lávate los pies'. Salió Urías del palacio real y tras él salió también un presente de la mesa del rey.

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2 Samuel 11:8
11 Referans Kwoze  

Haré traer ahora un poco de agua para que lavéis vuestros pies, y luego os recostaréis debajo de un árbol.


y les dijo: —Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo para alojaros y lavar vuestros pies. Por la mañana os levantaréis y seguiréis vuestro camino. Ellos respondieron: —No, esta noche nos quedaremos en la calle.


Luego llevó aquel varón a los hombres a casa de José; les dio agua y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos.


José tomó viandas de delante de sí para ellos; pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de cualquiera de los demás. Y bebieron y se alegraron con él.


Habla mentira cada cual con su prójimo; adulan con los labios, pero con doblez de corazón.


¿no lo descubriría Dios?, pues él conoce los secretos del corazón.


Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla, pero guerra hay en su corazón; suaviza sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas desnudas.


¡Ay de los que se esconden de Jehová encubriendo sus planes, y sus obras las hacen en tinieblas, y dicen: «¿Quién nos ve, y quién nos conoce?»


porque nada hay encubierto que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse.


Entonces, mirando a la mujer, dijo a Simón: —¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos.


Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.


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