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2 Corintios 7:1 - Biblia Reina Valera 1995

1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Queridos amigos, dado que tenemos estas promesas, limpiémonos de todo lo que pueda contaminar nuestro cuerpo o espíritu. Y procuremos alcanzar una completa santidad porque tememos a Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Teniendo, pues, tales promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de toda mancha del cuerpo y del espíritu, haciendo realidad la obra de nuestra santificación en el temor de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Así que, amados, teniendo estas promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Teniendo, pues, la posesión de tales promesas, purifiquémonos de todo lo que pueda manchar la carne o el espíritu y completemos nuestra santificación en el temor de Dios.

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2 Corintios 7:1
48 Referans Kwoze  

Y les mandó diciendo: «Procederéis asimismo en el temor de Jehová, con verdad y con corazón íntegro.


¿Con qué limpiará el joven su camino? ¡Con guardar tu palabra!


El temor de Jehová es limpio: permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad: todos justos.


¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí!


Con misericordia y verdad se corrige el pecado; con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.


¿Quién puede decir: «Yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado»?


Hay generación limpia en su propia opinión, si bien no se ha limpiado de su inmundicia.


El temor de Jehová es aborrecer el mal: yo aborrezco la soberbia, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa.


Quita, pues, de tu corazón el enojo y aparta de tu carne el mal, porque la adolescencia y la juventud son vanidad.


Lavaos y limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo,


Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.


tus adulterios, tus relinchos, la maldad de tu fornicación sobre los collados. En el campo he visto tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿No serás al fin limpia? ¿Cuánto tardarás en purificarte?»


Lava tu corazón de maldad, Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad?


Pero el vestido, la urdimbre o la trama, o cualquier cosa de cuero que laves, y que se le quite la mancha, se lavará por segunda vez, y entonces quedará limpia.»


»Si el árbol es bueno, su fruto es bueno; si el árbol es malo, su fruto es malo, porque por el fruto se conoce el árbol.


Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Temas Referencias Dios perdona a la gente ,; ; ; ; ; ; ; ; ; Día de la Expiación Jesús perdona pecados ; Jesús muere para obtener el perdón de nuestros pecados ; ; Oración y perdón de pecados ; El pecado imperdonable Jesús confía a sus discípulos la misión de perdonar Véase también Perdón, Perdonar en el Índice temático.


Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios.


Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.


La Ley, pues, se introdujo para que el pecado abundara; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia,


pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.


porque todas las promesas de Dios son en él «sí», y en él «Amén», por medio de nosotros, para la gloria de Dios.


Entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, andando en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.


Que él afirme vuestros corazones, que os haga irreprochables en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.


Dios no nos ha llamado a inmundicia, sino a santificación.


Que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.


a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,


Así que, recibiendo nosotros un Reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia,


Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.


Pero en cuanto a vosotros, amados, estamos persuadidos de cosas mejores, pertenecientes a la salvación, aunque hablamos así,


Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.


sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir,


Si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación,


Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido. Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro,


Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma.


Pero el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.


Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado.


Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.


Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.


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