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Mateo 2:11 - Biblia Palabra de Dios para Todos

11 Entraron en la casa y vieron al niño con María, su mamá; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y sacaron unos regalos para él: oro, incienso y mirra.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres de tesoro y le dieron regalos de oro, incienso y mirra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 y entrando en la casa, vieron al niño con su madre Miriam,° y postrándose lo adoraron; luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron como presentes oro, incienso y mirra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre y, postrados en tierra, lo adoraron. Abrieron luego sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

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Mateo 2:11
33 Referans Kwoze  

Luego Israel, el papá, les dijo: —Si así es como debe ser, entonces hagan esto: tomen de los mejores productos de nuestra tierra, empáquenlos en sus costales y llévenselos de regalo a ese hombre. Empaquen un bálsamo, miel, perfume, mirra, pistachos y almendras.


Entonces la reina de Sabá le dio al rey cerca de 3960 kilos de oro. También le dio muchas especias y piedras preciosas. Jamás se volvió a ver que se recibiera tal abundancia de especias como las que ella le dio al rey Salomón.


Llegó a Jerusalén con una guardia muy grande, camellos cargados de especias, piedras preciosas y muchísimo oro. Cuando conoció a Salomón, le hizo toda clase de preguntas.


Demuestren que son leales a su hijo para que no tenga motivos de enojo. Si no lo hacen, estarán perdidos. Cambien pronto de actitud y evitarán así su cólera. Afortunados todos los que buscan protección de Dios.


Toda tu ropa tiene aroma de mirra, áloe y canela. En palacios de marfil te alegran al son de instrumentos de cuerda.


Que los reyes de Tarsis y de las islas le traigan regalos; que los reyes de Sabá y de Seba lo alaben.


¡Que viva el rey! Que reciba el oro de Sabá; que siempre se ore por él, que se le bendiga todo el día.


Vengan, postrémonos, inclinémonos; arrodillémonos ante el SEÑOR, nuestro Creador.


«Consigue las mejores plantas aromáticas: 500 medidas de mirra líquida, 250 medidas de canela aromática, 250 medidas de caña aromática,


El SEÑOR le dijo a Moisés: «Toma una cantidad igual de las siguientes plantas aromáticas: resina, ámbar, gálbano e incienso aromático.


¿Quién es esa mujer que sube del desierto dejando a su paso una nube de humo perfumada con incienso y mirra y de toda clase de perfumes importados?


Multitudes de camellos de Madián y de Efa cubrirán tu tierra. Vendrán los de Sabá. Traerán oro e incienso y cantarán alabanzas al SEÑOR.


El sacerdote tomará un puñado de la sémola de la ofrenda de cereal, junto con el aceite y todo el incienso de la ofrenda, y lo quemará en el altar, como representación de toda la ofrenda, para olor agradable al SEÑOR.


Pues desde donde sale el sol hasta donde se oculta, se honra mi nombre entre las naciones. En todo lugar se quema incienso para honrar mi nombre y se hace ofrenda pura, porque mi fama es grande entre las naciones» dice el SEÑOR Todopoderoso.


Ofrendó también un cucharón de oro que pesaba 110 gramos, lleno de incienso.


Los 12 cucharones de oro llenos de incienso pesaban cada uno 110 gramos, según el peso oficial. El oro de todos los cucharones pesaba en total 1 kilo y 400 gramos.


Así fue como ocurrió el nacimiento de Jesús el Mesías: María, la mamá de Jesús, estaba comprometida para casarse con José. Antes de la boda, descubrió que estaba embarazada por el poder del Espíritu Santo.


Mientras Jesús continuaba hablando a la multitud, su mamá y sus hermanos estaban afuera esperando para hablar con él.


Los que estaban en la barca empezaron a adorarlo, y le dijeron: —¡Tú sí eres verdaderamente el Hijo de Dios!


Cuando ellos vieron la estrella, se alegraron muchísimo.


y preguntaron: —¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Pues vimos su estrella cuando salió y venimos a adorarle.


Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y vieron al bebé acostado en el pesebre.


Ana llegaba en ese momento y comenzó a darle gracias a Dios y a hablarles del niño a todos los que estaban esperando la liberación de Jerusalén.


Vino también Nicodemo, el mismo que antes había visitado a Jesús de noche, trayendo una mezcla de mirra y áloes. La mezcla pesaba unos 30 kilos.


Me arrodillé a los pies del ángel para adorarlo, pero me dijo: «¡No hagas eso! Soy un siervo como tú y tus hermanos que siguen dando su testimonio sobre Jesús. ¡Adora a Dios! Quienes dan testimonio sobre Jesús tienen el espíritu de la profecía».


En ese momento, las cuatro criaturas y los 24 ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa y vasijas doradas llenas de incienso que son las oraciones del pueblo santo de Dios.


Pero algunos alborotadores empezaron a decir: «¿Cómo nos puede salvar este hombre?» Hablaban mal de Saúl y se negaban a llevarle regalos. Najás, el rey de los amonitas, había oprimido a los gaditas y a los rubenitas. Les había sacado el ojo derecho a todos los hombres de esas tribus y no había dejado que nadie los ayudara. Esto causó mucho temor en Israel. Najás le había sacado el ojo derecho a todos los hombres israelitas que vivían al oriente del río Jordán, pero 7000 israelitas escaparon de los amonitas y se fueron a Jabés de Galaad.


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