41 Entonces Jesús le contó la siguiente historia: —Un hombre prestó dinero a dos personas, quinientas piezas de plata a una y cincuenta piezas a la otra.
Esto dice el SEÑOR: «Ustedes afirman que por caprichoso me divorcié de Jerusalén, la mamá de ustedes. Pero, ¿dónde está el documento que prueba que los divorcié sin motivo alguno? ¿Piensan ustedes que los vendí a ustedes como esclavos porque no los podía mantener? Nada de eso. Yo los vendí a ustedes por pecadores, y, sí, abandoné a su mamá por lo rebeldes que son ustedes.
«Nuestro papá murió en el desierto. Él no estaba entre los seguidores de Coré que se juntaron en contra del SEÑOR, sino que él murió por su propio pecado y no tuvo hijos varones.
»Cuando este siervo se fue, se encontró con un compañero que le debía 100 monedas de plata. Entonces el siervo a quien el rey había perdonado agarró al otro del cuello y le dijo: “¡Págame lo que me debes!”
Pero Jesús les respondió: —Denles ustedes de comer. Y ellos respondieron: —¿Quieres que para alimentar a tanta gente vayamos y compremos pan por el equivalente a un mes de trabajo de todos nosotros?
Pero el siervo que no sabe lo que el patrón quiere y hace algo que merece ser castigado, recibirá menos golpes. Se espera más del que se le ha dado más. El que tiene más privilegios, tendrá más responsabilidad.
O miren lo que les pasó a los 18 que murieron cuando la torre de Siloé les cayó encima. ¿Piensan que eso les pasó porque eran más culpables que el resto de la gente que vivía en Jerusalén?
Te digo que se puede ver que sus muchos pecados le han sido perdonados y por eso ahora me demostró mucho amor. Pero al que poco se le perdona, poco ama.