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Lucas 1:35 - Biblia Palabra de Dios para Todos

35 El ángel le contestó: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso al niño santo que va a nacer se le llamará Hijo de Dios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

35 El ángel le contestó: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por lo tanto, el bebé que nacerá será santo y será llamado Hijo de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 Contestó el ángel: 'El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo nacido será llamado Santo, Hijo de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 El ángel le respondió: 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te envolverá en su sombra; por eso, el que nacerá será santo, será llamado Hijo de Dios.

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Lucas 1:35
26 Referans Kwoze  

¿Quién puede purificar lo que está corrupto? Nadie, por cierto.


con menos razón el ser humano, un ser corrupto y abominable, que bebe la maldad como si fuera agua.


¿Quién puede permanecer sin tacha ante él? ¿Qué ser humano puede decir que es puro?


Y el rey elegido dice: Déjenme explicarles el decreto del SEÑOR. Él me dijo: «Tú eres mi hijo. ¡Hoy me he convertido en tu padre!


Yo nací culpable; mi madre me concibió pecador.


Así fue como ocurrió el nacimiento de Jesús el Mesías: María, la mamá de Jesús, estaba comprometida para casarse con José. Antes de la boda, descubrió que estaba embarazada por el poder del Espíritu Santo.


Pero mientras pensaba en esto, un ángel del Señor se le apareció en un sueño y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de casarte con María, porque el hijo que ella está esperando es por obra del Espíritu Santo.


Los que estaban en la barca empezaron a adorarlo, y le dijeron: —¡Tú sí eres verdaderamente el Hijo de Dios!


El capitán y los que estaban cuidando el cuerpo de Jesús vieron el terremoto y todo lo que pasó, se asustaron mucho y dijeron: —Este hombre sí era el Hijo de Dios.


Entonces el diablo vino para ponerlo a prueba y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, diles a estas piedras que se conviertan en pan.


Esta es la buena noticia sobre Jesús el Mesías, el Hijo de Dios. Empieza


—¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!


El ángel se le apareció a una joven llamada María, una virgen comprometida para casarse con un hombre llamado José, de la familia de David.


Entonces María le dijo al ángel: —¿Cómo puede suceder esto? Nunca he estado con ningún hombre.


También escucha esto: tu pariente Elisabet, aunque es de edad avanzada, tendrá un hijo. Decían que no podía tener hijos; sin embargo, está en el sexto mes de embarazo.


Lo he visto y por eso doy testimonio de que este es el Hijo de Dios».


Natanael respondió: —Maestro, ¡Tú eres el Hijo de Dios, el rey de Israel! Jesús contestó:


Sin embargo, estas se escribieron para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengan vida por medio de él.


Mientras viajaban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el funcionario dijo: —Mira, aquí hay agua; ¿qué me impide ser bautizado?


Mas cuando fue resucitado de entre los muertos por el Espíritu Santo, se le dio plena autoridad para reinar como Hijo de Dios.


Ahora ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y mientras vivo en este cuerpo, vivo por la fidelidad del Hijo de Dios, quien me amó y entregó su vida para salvarme.


Todos nosotros vivíamos así antes. Nuestra forma de vida era complacer los deseos perversos de nuestra naturaleza carnal. Hacíamos cualquier cosa que la naturaleza carnal deseara o que la mente pudiera imaginar. Tal como los demás, éramos niños que por instinto esperan el castigo de un padre furioso.


Él fue tentado tal como somos tentados nosotros, con la única diferencia de que él nunca cometió pecado.


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