Entonces el ángel me dijo: «Las habitaciones alrededor del área restringida, tanto en el norte como en el sur, son habitaciones sagradas donde los sacerdotes que se acercan al SEÑOR comen los sacrificios sagrados. Allí es donde dejan los sacrificios más sagrados, las ofrendas de cereal, los sacrificios por el pecado y los de restitución, porque ese lugar es santo.
—¿Qué pasa si alguien lleva carne consagrada en su ropa, y más adelante el borde de su ropa toca pan, o guiso, o vino, o aceite de oliva, o cualquier tipo de comida? ¿Quedarán también consagradas las cosas que tuvieron contacto con la ropa? —No —respondieron los sacerdotes.
Fíjense en lo que ocurre cuando el pueblo de Israel ofrece sacrificios. Cuando comen la carne sacrificada en el altar, ¿acaso no la están compartiendo con Dios?