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Levítico 26:16 - Biblia Palabra de Dios para Todos

16 entonces yo les haré esto: »Haré que a ustedes les sucedan grandes desgracias, enfermedades y fiebres. Esas enfermedades destruirán sus ojos y les quitarán la vida. No les servirá de nada sembrar porque sus enemigos se comerán lo que ustedes produzcan.

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Biblia Reina Valera 1960

16 yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 yo los castigaré. Traeré sobre ustedes terrores repentinos: enfermedades debilitantes y altas fiebres que harán que sus ojos fallen y que su vida se consuma poco a poco. Sembrarán sus cosechas en vano porque sus enemigos se las comerán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 entonces miren lo que haré yo con ustedes. Mandaré sobre ustedes el terror, la peste y la fiebre; sus ojos se debilitarán y su salud irá en desmedro. Ustedes sembrarán en vano la semilla, pues se la comerán los enemigos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Yo también haré esto con vosotros: Os impondré como castigo el terror súbito: tisis y fiebre que consuman los ojos y hagan languidecer el alma. En vano sembraréis vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 entonces yo haré con vosotros lo siguiente: os enviaré el terror, la consunción y la fiebre, que os apagarán la vista y os agotarán el aliento. Sembraréis en balde vuestra semilla, pues serán vuestros enemigos quienes se la comerán.

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Levítico 26:16
35 Referans Kwoze  

»Puede suceder que haya hambre, epidemias o se arruinen las cosechas por cualquier tipo de plaga, sea por moho, por langostas o por gusanos; o que el enemigo tenga sitiada alguna ciudad, o en fin, que sobrevenga cualquier plaga o enfermedad.


Los desastres lo aterrorizarán por todos lados y lo acecharán a cada paso.


Se la sacará por la espalda, aunque la punta le haya entrado por el hígado. El terror lo invadirá.


que siembre yo y otro coma, que sean arrancadas mis cosechas.


Dijeron lo siguiente: «Que pongan su caso a cargo de un defensor perverso; que el que está a su lado sea un acusador.


Cuando menos lo esperan, serán destruidos. De pronto les sucederán cosas terribles, y entre terrores llegarán a su fin.


Entonces, Dios hizo que su vida acabara como un suspiro y con mucho sufrimiento.


Les dijo: «Si ustedes en verdad obedecen al SEÑOR su Dios, hacen lo que a él le parece bien, escuchan sus órdenes y cumplen sus leyes, no les enviaré ninguna de las plagas que le envié a Egipto, porque yo soy el SEÑOR, el que los sana».


El SEÑOR maldice el hogar del perverso, pero bendice el del justo.


No podrán más que humillarse entre los prisioneros o morir en la masacre. Pero ni aun así se calma la ira del SEÑOR, su mano sigue levantada.


El SEÑOR ha prometido con su mano derecha y fuerte brazo: «No daré otra vez tu trigo como alimento para tus enemigos. Los extranjeros no se tomarán el vino nuevo por el que has trabajado duro.


El rey Acaz, su familia y la corte real recibieron el informe de que Siria se había aliado con Efraín, lo cual hizo que tanto Acaz como su pueblo se atemorizaran y temblaran de miedo, como los árboles de un bosque cuando los azota el viento.


Sembraron trigos, pero solo recogieron espinos. Trabajaron duro, pero no han logrado nada. Sentirán vergüenza de sus resultados debido a la ira del SEÑOR».


»Esto dice el SEÑOR: “Los castigaré de cuatro maneras: morirán en la guerra, los arrastrarán los perros, se los comerán las aves del cielo y serán devorados por animales salvajes.


Habrá más viudas que arena en el mar. A pleno mediodía les traeré destrucción a todas las madres de los jóvenes. Haré que caigan rápidamente sobre ellas el temor y el dolor.


porque esto dice el SEÑOR: “Voy a traer el terror sobre ti y sobre todos tus seres queridos. Ellos morirán en batalla en manos de sus enemigos y tú lo verás con tus propios ojos. Le entregaré al rey de Babilonia todos los habitantes de Judá y él los llevará a Babilonia donde los matará a filo de espada.


Ellos consumirán toda tu cosecha y alimentos; devorarán a tus hijos y a tus hijas. Se comerán tus ovejas y ganado, tus uvas y tus higos. Destruirán a filo de espada tus ciudades amuralladas en las que tanto confías.


Sino que, como de costumbre, se pondrán su turbante y sus sandalias. No harán duelo ni llorarán, sino que se pudrirán de culpa gimiendo unos con otros.


»Así que, hijo de hombre, dile al pueblo de Israel: “Ustedes han dicho: Somos culpables de crímenes y pecados. Nos estamos pudriendo en ellos. ¿Cómo viviremos?”


Se han aprovechado de los pobres, cobrándoles impuestos injustos. Con su mal proceder han logrado construir casas lujosas, pero no podrán vivir en ellas. Han plantado hermosos viñedos, pero no podrán beber su vino.


Sembrarás, pero no cosecharás. Tratarás de sacar aceite de tus olivos, pero no conseguirás nada. Pisarás tus uvas, pero no podrás beber su vino.


Ustedes siembran mucho pero es poco lo que cosechan, comen pero no quedan satisfechos, beben pero no les alcanza para saciarse, se visten pero no lo suficiente para abrigarse. Ganan dinero pero se les va como si tuvieran roto el bolsillo».


Este será el castigo que el SEÑOR llevará a todas las naciones que lucharon en contra de Jerusalén: El cuerpo de sus enemigos se pudrirá en vida. Sus ojos se pudrirán en sus cuencas y su lengua se pudrirá en su boca.


«Castigaré a sus hijos y les restregaré en la cara el excremento de los animales que ustedes sacrifiquen en sus festivales, y los echaré a ustedes sobre el excremento de esos animales.


Se comerán las crías de tu ganado y las cosechas de tu tierra hasta que estés destruido. No te dejará grano, vino nuevo, aceite, terneros o corderos hasta que estés destruido.


Los soldados los matarán en las calles y el terror los matará en sus habitaciones. Los jóvenes y las muchachas morirán; niños y viejos morirán.


¡Es terrible caer en las manos del Dios viviente!


Después, el ángel del SEÑOR fue a donde estaba un hombre llamado Gedeón. El ángel se sentó bajo el roble que estaba en Ofra. Ese árbol era de Joás, el papá de Gedeón, de la familia de Abiezer. Gedeón estaba limpiando el trigo a escondidas en el lugar donde se pisaba la uva para hacer el vino. Gedeón estaba ahí para poder esconder el trigo rápidamente de los madianitas.


No acabaré de una sola vez con tus descendientes, uno de ellos continuará sirviendo en mi altar y llegará a viejo. Sin embargo, los demás morirán a filo de espada.


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