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Jeremías 9:14 - Biblia Palabra de Dios para Todos

14 Insistieron en seguir el deseo terco de su corazón de servir a los baales, tal como les enseñaron sus padres».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

14 antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y en pos de los baales, según les enseñaron sus padres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 En cambio, se pusieron tercos y siguieron sus propios deseos y rindieron culto a imágenes de Baal, como les enseñaron sus antepasados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Por eso, así dice Yavé de los Ejércitos, Dios de Israel: 'Yo daré de comer ajenjo a este pueblo y les voy a dar de beber agua envenenada.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 sino que han andado tras la dureza de su corazón y tras los baales que les enseñaron sus padres.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Por eso, así dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: Aquí estoy: voy a darle de comer a este pueblo ajenjo, y voy a darle de beber agua envenenada.

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Jeremías 9:14
21 Referans Kwoze  

El SEÑOR vio que la gente en la tierra era muy mala y que todo lo que siempre pensaban no era más que maldad.


No me deja recobrar el aliento, sino que me llena de amarguras.


Pero ellos no me escucharon ni me prestaron atención, sino que se mantuvieron en la terquedad de su corazón perverso. Les ordené que cumplieran ese pacto, pero ellos no quisieron, por eso yo les envié todos los castigos que se mencionan en el pacto”».


pueblo perverso que se niega a escuchar mis palabras y que se guía por la terquedad de su corazón perverso. Se ha ido tras otros dioses para servirlos y adorarlos; es como este cinturón que no sirve para nada.


Pero ustedes han hecho aun más maldad que sus antepasados. Todos ustedes siguen tercamente su malvado corazón en lugar de escucharme.


»¿Cómo te atreves a decir: “No me he corrompido ni he adorado dioses falsos”? Observa tu comportamiento en el valle y reconoce lo que has hecho, camella que anda a la ligera, de aquí para allá;


»Los sacerdotes no se preguntaron: “¿Dónde está el SEÑOR?” La gente que maneja la ley no me reconoció. Los líderes se pusieron en mi contra; los profetas se convirtieron en voceros de Baal y se fueron tras ídolos que no sirven para nada.


Por eso, esto dice el SEÑOR Todopoderoso contra los profetas: «Haré que coman comida amarga y que beban agua envenenada, porque la corrupción se ha originado en los profetas de Jerusalén y se ha esparcido por todo el país».


Con los sueños que se andan contando unos a otros quieren hacer que mi pueblo olvide mi nombre, como sus antepasados olvidaron mi nombre y adoraron a Baal.


En esos días, la gente dirá que Jerusalén es el “Trono del SEÑOR”. Todas las naciones se reunirán en Jerusalén, en el nombre del SEÑOR, y ya no se dejarán guiar por la terquedad de su corazón perverso.


Por el contrario, seguiremos haciendo todo lo que dijimos que haríamos. Seguiremos ofreciendo incienso y ofrendas de vino a la Reina del Cielo, como siempre lo hemos hecho y como lo hicieron nuestros antepasados, nuestros reyes y jefes, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Entonces teníamos comida en abundancia, nos iba bien y no teníamos ningún sufrimiento.


Pero no me hicieron caso ni me prestaron atención, sino que fueron tercos y se dejaron guiar por sus propios deseos; me dieron la espalda.


»¿Qué estamos haciendo aquí sentados? Reúnanse y vámonos a las ciudades fortificadas. Si el SEÑOR nuestro Dios nos va a destruir, entonces que nos maten allá. Hemos pecado en contra del SEÑOR, y por eso él nos ha dado a beber agua envenenada.


Me llenó de amargura; me dio a beber la bebida más amarga.


Así dice el SEÑOR: «No les perdonaré a los de Judá tantos crímenes que han cometido. Ellos se negaron a obedecer las enseñanzas del SEÑOR y no cumplieron sus mandamientos. Y creyeron en los mismos dioses falsos que sus antepasados.


Me destacaba entre los de mi edad por mi patriotismo judío. Me esforzaba más que los demás en defender las tradiciones que nos enseñaron nuestros antepasados.


Todos nosotros vivíamos así antes. Nuestra forma de vida era complacer los deseos perversos de nuestra naturaleza carnal. Hacíamos cualquier cosa que la naturaleza carnal deseara o que la mente pudiera imaginar. Tal como los demás, éramos niños que por instinto esperan el castigo de un padre furioso.


Dios los rescató a ustedes de la vida sin sentido que llevaban antes; así vivían sus antepasados, y ellos les enseñaron a ustedes a vivir de la misma manera. Pero ustedes saben muy bien que el precio de su libertad no fue pagado con algo pasajero como el oro o la plata,


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