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Jeremías 8:16 - Biblia Palabra de Dios para Todos

16 Desde Dan se escucha el resoplar de sus caballos; la tierra tiembla cuando relinchan. Vienen a destruir el país y todo lo que hay en él. Vienen a destruir cada ciudad y a todos sus habitantes.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

16 Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; al sonido de los relinchos de sus corceles tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, a la ciudad y a los moradores de ella.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 »Ya se puede oír el resoplido de los caballos de guerra del enemigo ¡desde tan lejos como la tierra de Dan en el norte! El relincho de sus sementales hace temblar toda la tierra. Vienen a devorar el país y todo lo que hay en él, tanto las ciudades como los habitantes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Desde Dan se siente el resuello de sus caballos; al relincho sonoro de sus corceles, toda la tierra tiembla. Vienen a comerse el país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Desde Dan se oye el resoplar de los caballos; Al estruendo del relincho de sus fuertes corceles° se estremece la tierra. Llegan° y devoran la tierra con sus habitantes, La ciudad con sus vecinos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Desde Dan se oye el resoplar de sus caballos; al estridor de los relinchos de sus corceles retiembla toda la tierra; vienen a devorar el país y cuanto contiene, la ciudad y los que la habitan.

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Jeremías 8:16
22 Referans Kwoze  

¿Le diste tú la capacidad de saltar como un saltamontes? El caballo relincha fuerte, y la gente se asusta.


La tierra es del SEÑOR, el mundo y todos los que viven en él.


Más bien descarga tu ira sobre las naciones que no te reconocen, sobre los pueblos que no invocan tu nombre; porque se tragaron al pueblo de Jacob, lo devoraron y acabaron con él; destruyeron el país».


La vergonzosa idolatría nos ha robado todo aquello de lo que nuestros antepasados se sentían tan orgullosos: sus ovejas, su ganado, sus hijos e hijas.


Pero todos los que ahora te devoran, serán devorados; y todos y cada uno de tus enemigos irán al exilio. Todos los que te saquean, serán saqueados; y haré que les roben a los que ahora te roban a ti.


Esto dice el SEÑOR: «La gente dice: “Hemos escuchado un grito de terror, de miedo y no de paz”.


Miré las montañas y estaban temblando; todas las colinas se estremecían.


Un león ha salido de su escondite y el destructor de las naciones está en camino; ha dejado su hogar para ir a destruir tu tierra; tus ciudades se convertirán en un montón de ruinas desoladas.


Al oír el galope de los caballos, el estruendo de los carros de combate y el ruido de las ruedas; los padres huyen desfallecidos, ni siquiera vuelven a buscar a sus hijos.


Ellos consumirán toda tu cosecha y alimentos; devorarán a tus hijos y a tus hijas. Se comerán tus ovejas y ganado, tus uvas y tus higos. Destruirán a filo de espada tus ciudades amuralladas en las que tanto confías.


Vienen armados con arcos y lanzas. Son crueles y sin compasión. Su voz ruge como el mar cuando avanza su caballería. Marchan en formación de combate contra ti, Babilonia.


La tierra tiembla y se estremece de angustia porque se cumplen los planes del SEÑOR contra Babilonia de convertirla en un desierto desolado.


Llevan arcos y lanzas, son crueles y no tienen compasión. Sus gritos suenan como el rugido del mar, y van montados a caballo, en perfecto orden, como un solo hombre, ¡para atacarte, hija de Sion!»


Se pueden escuchar los sonidos de látigos, de ruedas y caballos al galope con sus carros saltando tras ellos.


Las montañas te vieron y temblaron de angustia. Espesas nubes desataron la tormenta sobre la tierra. Las profundidades del mar rugieron y se levantaron para inundar la tierra.


Pues «la tierra, y todo lo que hay en ella, pertenece al Señor».


Pero si alguien les dice: «Esta carne es una ofrenda para un ídolo», no coman nada, por el bien de quien se lo dijo, y por lo que pueda pensar.


La ciudad se llamaba Lais pero los hombres de Dan le cambiaron el nombre por Dan en honor a su antepasado Dan, que era hijo de Israel.


Todos los israelitas salieron como un solo hombre, desde Dan, Berseba y Galaad, se reunió la congregación ante el SEÑOR en Mizpa.


Sus caballos se hundieron y los caballos bravos de Sísara no podían salir del barro.


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