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Jeremías 5:5 - Biblia Palabra de Dios para Todos

5 Iré entonces a la gente rica e importante y les hablaré. De seguro ellos conocen el camino del SEÑOR y lo que él ha ordenado». Pero todos ellos también habían quebrado el yugo y roto las ataduras.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Iré a los grandes, y les hablaré; porque ellos conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. Pero ellos también quebraron el yugo, rompieron las coyundas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Así que iré y hablaré a sus líderes. Sin duda ellos conocen los caminos del Señor y entienden las leyes de Dios». Pero los líderes también, como un solo hombre, se habían librado del yugo de Dios y roto las cadenas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Iré ver a los jefes y les hablaré, pues éstos conocen el camino de Yavé y el derecho de su Dios. Pues bien, todos juntos habían quebrado el yugo y roto las correas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Iré a los grandes y hablaré con ellos, Porque ellos conocen el camino de YHVH, El juicio de su Dios. Pero todos ellos habían quebrado el yugo, Habían roto las coyundas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Iré, pues, a los grandes y les hablaré, porque éstos conocen el camino de Yahveh, el derecho de su Dios'. Pero son precisamente todos éstos quienes quebraron el yugo y rompieron las coyundas.

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Jeremías 5:5
25 Referans Kwoze  

También todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron su infidelidad, pues cometieron todos los mismos pecados horribles de las naciones vecinas y contaminaron el templo del SEÑOR que él había consagrado en Jerusalén.


Moisés vio que el pueblo estaba fuera de control convirtiéndose en motivo de burla de sus enemigos porque Aarón no los había controlado.


Tus gobernantes son rebeldes y amigos de los delincuentes. Todos ellos desean sobornos y quieren regalos. Ninguno defiende los derechos de los huérfanos ni la causa de las viudas.


»Hace mucho tiempo rompiste tu yugo y te quitaste las cadenas que te ataban a mí. Dijiste que ya no me servirías y como una prostituta te tendiste en cada colina y bajo cada árbol frondoso.


Y ustedes, los de esta generación, presten atención a lo que les dice el SEÑOR: ¿Acaso he sido como un desierto para Israel? ¿He sido como una tierra oscura y peligrosa para ellos? Entonces, ¿por qué dices, pueblo mío: “Somos libres, nunca más volveremos a ti”?


Todos tus amantes te olvidaron; ya no se preocupan por ti; porque yo te he golpeado duramente como lo haría un enemigo cruel, debido a tu perversidad tan grande y a que son demasiados tus pecados.


»Desde el más chico hasta el más grande, andan viendo a ver qué se roban. Los profetas y los sacerdotes son todos unos estafadores.


Hasta la cigüeña en el cielo conoce sus estaciones; la tórtola, la golondrina y la grulla saben cuándo es hora de emigrar. Pero mi pueblo no presta atención lo que el SEÑOR manda.


«Su lengua es como un arco y sus mentiras son las flechas. En el país domina la mentira, no la verdad, pues cada día van de mal en peor; no me conocen». Lo dice el SEÑOR.


Dios me dijo: «Hijo de hombre, estos son los que traman la maldad y dan mal consejo en la ciudad.


Escuchen este mensaje, vacas gordas de Basán, que viven en el monte de Samaria: Ustedes maltratan a la gente pobre y pisotean a los necesitados. Ustedes les dicen a sus maridos: «Un trago, por favor».


Oigan ustedes, los que llevan una vida fácil en Sion y los que habitan tan confiados en el monte Samaria. Se creen los dirigentes de la nación más importante, a quienes recurre el pueblo de Israel.


Los jueces de Jerusalén se dejan sobornar, sus sacerdotes enseñan por una paga y sus profetas adivinan el futuro por dinero. Y aun así se acercan al SEÑOR y dicen: «¿Acaso el SEÑOR no está entre nosotros? Nada malo nos sucederá».


La gente busca a un sacerdote cuando necesita conocimiento e instrucción, pues ellos son mensajeros del SEÑOR Todopoderoso.


Al verlo tan triste Jesús dijo: —¡Qué difícil es para los ricos entrar al reino de Dios!


Pero su gente lo odiaba. Por esa razón mandaron tras él a un grupo para decirle al emperador: “No queremos que este hombre sea nuestro rey”.


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