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Jeremías 5:3 - Biblia Palabra de Dios para Todos

3 SEÑOR, lo que tú buscas es que tu pueblo sea fiel. Les diste una bofetada, pero no sintieron nada. Los hiciste picadillo, pero no aceptaron la disciplina. Son más tercos que una roca; se niegan a cambiar su manera de pensar y de vivir.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Señor, tú estás buscando la honradez. Golpeaste a tu pueblo, pero no prestó atención. Los has aplastado, pero se negaron a ser corregidos. Son tercos, de caras duras como piedra; rehusaron arrepentirse.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Les has herido, pero no han sentido; los has aplastado, pero no han querido aprender la lección. Han endurecido su frente como una roca y se han negado a convertirse.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 ¡Oh YHVH!, ¿acaso tus ojos no buscan° la verdad? Los castigaste, pero no se dolieron,° Los consumiste, pero se negaron a recibir corrección. Endurecieron sus rostros más que la roca, Rehúsan volverse a ti.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Yahveh, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los has golpeado y no se han dolido; los has consumido, y no quisieron aprender la lección. Tienen la cara más dura que una piedra, no quieren convertirse.

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Jeremías 5:3
45 Referans Kwoze  

Al día siguiente, la hija mayor le dijo a la otra: —Anoche me acosté con mi papá y tuve relaciones sexuales con él. Emborrachémoslo con vino esta noche también, luego tú irás a acostarte y a tener relaciones sexuales con él. De esta manera mantendremos viva nuestra familia a través de nuestro papá.


Después de esto, Jeroboán no cambió su conducta y siguió su mal camino como si nada. Continuó eligiendo a gente de cualquier tribu para que fueran sacerdotes de los santuarios sobre las colinas. Le daba autoridad de ser sacerdote de los santuarios sobre las colinas a cualquiera que quisiera serlo.


Ocozías mandó a un tercer capitán con 50 soldados. Este se encontró con Elías, se puso de rodillas y le rogó a Elías: —Hombre de Dios, te ruego que nos respetes la vida a mí y a mis 50 soldados.


Porque los ojos del SEÑOR recorren el mundo entero para fortalecer a quienes confían en él de todo corazón. Debido a que tú has actuado como un tonto en este asunto, desde este momento en adelante tendrás más guerras en tu contra».


Y aunque estaba en tan mala situación, Acaz continuó siendo infiel al SEÑOR.


Tú amas la verdad acerca de lo que se oculta y quieres que yo sea sabio en lo íntimo.


Hazme sentir felicidad y alegría; que se alegren los huesos que has quebrantado.


Quien antes era amigo, ataca ahora y no cumple sus promesas.


El perverso solo hace muecas con la cara, el que es honrado vive honestamente.


El SEÑOR protege el conocimiento verdadero, pero se opone a los mentirosos.


Y dirás: «No sentí cuando me golpearon, me dieron una paliza y ni cuenta me di; pero cuando me despierte iré por otro trago».


Al insensato no se le quita la insensatez ni aunque lo muelas en el mortero y lo machaques con el mazo.


Tú, SEÑOR, estás a punto de castigarlos y ellos no se dan ni cuenta. Que se avergüencen al ver cómo defiendes a tu pueblo. Que el fuego que tienes destinado para tus enemigos los consuma.


Por eso derramó sobre Jacob el ardor de su ira y la violencia de la guerra. Lo rodeó en llamas, pero aun así no quiso saber nada. Le prendió fuego, pero tampoco así quiso aprender nada.


Pues yo sé que eres terco y cabeza dura como el hierro; tu frente dura como el bronce.


Sin embargo, el pueblo no se volvió al que lo castigó; no buscaron al SEÑOR Todopoderoso.


Los dispersaré como paja por las puertas de las ciudades del país; los dejaré sin hijos, destruiré a mi pueblo por sus pecados, por no haber regresado a mí.


aunque ellos no me escucharon ni me prestaron atención. Fueron tercos, me ignoraron y rechazaron mis intentos de corregirlos.


«Esto dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Escuchen, voy a traer a Jerusalén y a todas las aldeas que la rodean todo el sufrimiento que he anunciado porque me han rechazado con terquedad y no han escuchado mis palabras”».


»No sirvió de nada haber castigado a tus hijos, no aprendieron la lección que les di. Como un feroz león ustedes devoraron a espada a sus profetas.


Por eso han desaparecido las lluvias refrescantes, y ya no llega la lluvia de primavera. Te ves tan descarada como una prostituta que no tiene vergüenza alguna.


Tus planes son grandiosos y tus obras son maravillosas. Tú ves todo lo que hacen los seres humanos para darle a cada cual su merecido de acuerdo a sus acciones.


«Esto dice el SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel: “Ve y diles a la gente de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén: ¿No van a aprender esta lección y hacer caso de mis palabras?”, dice el SEÑOR.


Hasta el día de hoy ustedes no se han humillado, no han sentido temor ni han vivido de acuerdo a las leyes y estatutos que les di a ustedes y a sus antepasados”.


Pero no me han hecho caso ni me han prestado atención, sino que tercamente me han rechazado y se han portado peor que sus antepasados.


Entonces les dirás: “Esta es la nación que no obedeció la voz del SEÑOR su Dios ni aceptó su corrección. La verdad ha muerto, está ausente de la boca de ellos.


Entonces, ¿por qué este pueblo sigue alejándose de mí? ¿Por qué Jerusalén siempre está alejándose de mí? Se creen sus propias mentiras; no quieren volver a mí.


y los hijos son tercos y obstinados. Te voy a enviar a ellos para que les lleves mi mensaje. Les dirás: “Así dice el Señor DIOS”.


»He tratado de purificarte de tu repugnante libertinaje, pero como no has querido ser pura, ya no trataré de purificarte más, hasta que mi ira te consuma. Yo, el SEÑOR, he dicho.


El castigo que anunciaba la ley de Moisés se cumplió tal como estaba escrito. Sin embargo, nosotros no cambiamos nuestro mal comportamiento. Al contrario, seguimos ofendiendo al SEÑOR nuestro Dios y no obedecimos su verdad.


»Y si después de todo esto no se someten a mi disciplina y continúan en contra mía,


»Envié plagas terribles como hice con Egipto. Hice que sus jóvenes murieran en batallas junto con sus caballos. Hice que ustedes sintieran el mal olor de su ejército, pero ustedes no regresaron a mí. Es lo que dice el SEÑOR.


»Los destruí como lo hice con Sodoma y con Gomorra. Parecían como una brasa sacada del fuego, pero aun así ustedes no regresaron a mí. Es lo que dice el SEÑOR.


»No les di nada de comer, y les faltó comida en todas sus ciudades. Pero ustedes no quisieron regresar a mí. Es lo que dice el SEÑOR.


Los refugiados de dos o tres ciudades se iban a otra ciudad en busca de agua, pues no hubo suficiente para todos. Aun así ustedes no regresaron a mí». Es lo que dice el SEÑOR.


»Hice que se dañaran sus cultivos por el calor y las plagas. Destruí sus huertos y viñedos, y las langostas devoraron sus higueras y olivos, pero ustedes no regresaron a mí. Es lo que dice el SEÑOR.


Pensé que al decirte eso sentirías temor de mí y aprenderías la lección. Pensé que así nunca olvidarías mi disciplina. Pero lo que sucedió fue que se llenaron de ganas de hacer más maldades.


Tú dices: «Ya se sabe que Dios juzga a los que hacen maldades ¡y que hace bien al juzgarlos!»


Todos hemos tenido padres en la tierra que nos han disciplinado y nosotros los respetamos. Entonces es aun más importante someternos a nuestro Padre celestial para poder vivir.


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