Así el SEÑOR sacudirá fuertemente a Israel y la gente se atemorizará, temblarán como una planta del río. Expulsará a Israel de esta tierra buena que les dio a sus antepasados. Entonces los dispersará al otro lado del río Éufrates porque el SEÑOR está furioso con el pueblo, pues lo ha provocado haciendo imágenes en honor a Aserá.
Aunque ayunen, no voy a escuchar sus gritos de auxilio. Aunque me ofrezcan sacrificios, no me voy a sentir satisfecho con ellos. Voy a destruirlos con guerra, hambre y enfermedad».
Y si te preguntan a dónde ir, diles que esto dice el SEÑOR: »“Los destinados a morir, morirán; los destinados a caer en la batalla, caerán en la batalla; los destinados al hambre, morirán de hambre; y los destinados al destierro, serán desterrados”.
«Ellos morirán de muchas enfermedades y no habrá nadie que los llore ni nadie que los entierre. Serán como estiércol sobre la tierra. Morirán en la guerra y morirán de hambre. Sus cuerpos serán comida de las aves del cielo y de los animales de la tierra».
Frustraré los planes de Judá y de Jerusalén en este lugar. Haré que caigan en batalla ante sus enemigos, en manos de los que quieren matarlos. Entregaré sus cuerpos como comida para las aves del cielo y los animales de la tierra.
El que se quede en esta ciudad morirá en batalla, de hambre o de peste, pero el que salga de esta ciudad y se entregue a los babilonios que luchan en contra de ustedes, vivirá, y su propia vida será su botín de guerra.
Si alguna nación no sirve a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no se somete al yugo del rey de Babilonia, yo la castigaré con guerra, hambre y enfermedad, dice el SEÑOR. La castigaré hasta que la tenga bajo su control por completo.
Esto dice el SEÑOR Todopoderoso: «Voy a enviarles guerra, hambre y enfermedad. Los volveré como esos higos podridos que de tan malos no se pueden comer.
Los perseguiré con guerra, hambre y enfermedad. Haré que todas las naciones del mundo se horroricen al verlos a ustedes. Los convertiré en maldición, horror, algo despreciable y reprochable en todas las naciones a donde los arroje.
»Ahora los babilonios han construido rampas alrededor de la ciudad para capturarla. La guerra, el hambre y las enfermedades harán que la ciudad caiga en manos de los babilonios que luchan contra ella. Se está cumpliendo lo que dijiste que sucedería y tú lo estás viendo todo.
A pesar de que la ciudad está siendo entregada en manos de los babilonios, tú Señor DIOS, me dices: “Compra el campo al contado y llama a testigos para que presencien la compra”».
»Entonces esto dice el SEÑOR: “Ustedes no me han obedecido, pues no dejaron en libertad a sus hermanos. Por tanto, dice el SEÑOR, yo voy a dejar en libertad la guerra, las enfermedades y el hambre, para que hagan con ustedes algo que sea motivo de horror a todos los reinos de la tierra.
Todos los que insisten en irse a vivir a Egipto, morirán por la guerra, el hambre o las enfermedades. No habrá sobrevivientes ni ninguno que se libre del sufrimiento que les enviaré”.
Los dispersaré por otras naciones; vivirán en naciones extrañas que ellos ni sus padres conocieron antes. Enviaré tras ellos la espada hasta que acabe con ellos».
»Ezequiel, diles que el Señor DIOS dice: “Prometo por mí mismo que morirán a filo de espada en esas ruinas. A los que dejen moribundos en los campos se los daré de alimento a los animales salvajes. Los que se esconden en su fortaleza y en sus cuevas morirán por la plaga.
Entonces el Señor DIOS me dijo: «¡Aplaude tú y pisotea fuerte! Grita de tristeza por todas las cosas malvadas y repugnantes que ha hecho el pueblo de Dios. Adviérteles que morirán por la enfermedad y el hambre. Diles que los matarán en la guerra.
Afuera de la ciudad se encuentra el enemigo, mientras adentro están la peste y el hambre. Los que estén en los campos morirán a filo de espada. Los que estén en la ciudad morirán por la peste y el hambre.
Entonces miré y delante de mí había un caballo amarillento. Su jinete se llamaba Muerte, y el Hades lo seguía muy de cerca. A ellos se les dio el poder sobre la cuarta parte del mundo para matar a la gente por medio de la guerra, del hambre, de las enfermedades y de los animales salvajes.