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Jeremías 2:34 - Biblia Palabra de Dios para Todos

34 La falda de tu vestido está manchada de sangre, sangre de gente pobre e inocente. No los sorprendiste robando tu casa, sin embargo los mataste,

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Biblia Reina Valera 1960

34 Aun en tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los hallaste en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices:

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Tus vestidos están manchados con la sangre de los inocentes y de los pobres, ¡aunque no los sorprendiste robando tu casa!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Mira tus manos manchadas con sangre, no de bandidos sorprendidos en el crimen sino que de inocentes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Hasta en los bordes de tu vestido hay sangre de almas de pobres inocentes, A quienes no sorprendiste irrumpiendo.° Y a pesar de todo, dices:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Hasta en tus faldas se encuentra sangre de pobres, de inocentes, a quienes no sorprendiste en flagrante. Si, a pesar de todo eso,

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Jeremías 2:34
22 Referans Kwoze  

También Manasés asesinó a mucha gente inocente en Jerusalén e hizo muchas cosas que no le agradaron al SEÑOR”».


Él mató a mucha gente inocente y llenó a Jerusalén con su sangre. El SEÑOR no quiso perdonar estos pecados.


»Si alguien se roba un toro o una oveja y lo mata o vende, pagará cinco toros por cada toro y cuatro ovejas por cada oveja.


Si atrapan al ladrón de noche en el momento del robo, lo golpean y se muere, nadie será culpable de asesinato.


Tienen relaciones sexuales entre los robles y entre los árboles de abundante follaje. Sacrifican a sus niños en los valles y en las grietas de las rocas.


Las manos de ustedes están manchadas de sangre y sus dedos están manchados de culpa. Sus labios dicen mentiras y su lengua dice maldades.


Sus pies corren a hacer el mal. Se apresuran a matar gente inocente. Se ocupan en malos pensamientos; causan ruina y destrucción dondequiera que van.


Porque ellos me han abandonado transformando este lugar. Han quemado incienso para otros dioses que ni ellos ni sus antepasados ni los reyes de Judá conocían. Han llenado este lugar con la sangre de gente inocente.


Judá, ¡qué bien te las arreglas para buscar otros amantes! ¡Hasta las más malas aprenden de ti!


¿Acaso les ha dado vergüenza por las cosas horrendas que han hecho? No les ha dado vergüenza de nada, ni siquiera saben lo que es avergonzarse. Por eso caerán junto con todos los demás; cuando castigue a los otros, ellos también caerán». Es la decisión del SEÑOR.


Además construyeron los altares de Tofet, en el valle de Ben Hinón, para quemar a sus propios hijos e hijas, algo que yo nunca les ordené ni pasó por mi mente.


si no explotan a los inmigrantes ni a los huérfanos ni a las viudas, si no matan gente inocente en este lugar ni adoran a otros dioses, pues lo único que sacan con eso es su propia destrucción,


¿Acaso les ha dado vergüenza por las cosas horrendas que han hecho? No les ha dado vergüenza de nada, ni siquiera saben lo que es avergonzarse. Por eso caerán junto con todos los demás; cuando castigue a los otros, ellos también caerán. Es la decisión del SEÑOR.


El vestido de Jerusalén se ensució. Ella no pensó en su futuro. Cuando cayó en desgracia, no hubo nadie que la consolara. ¡SEÑOR, mira mi sufrimiento! ¡Mi enemigo ha ganado!


Los profetas y sacerdotes vagaron ciegamente por las calles, tan manchados por la sangre que nadie quiere tocar sus vestidos.


Hasta la fecha, se contaminan con sus ídolos, presentan ofrendas pasando a sus hijos por el fuego, ¡y aun así esperan que les permita venir a mí en busca de consejo! ¡Pueblo de Israel, Yo, el Señor DIOS, prometo por mí mismo que no lo permitiré!


El grupo de profetas en Israel son como leones rugientes que devoran a su presa hasta consumir su vida. Se apoderan de la riqueza y cosas valiosas y hacen aumentar el número de viudas.


Los hombres justos les harán juicio en su contra, las declararán culpables de adulterio y derrame de sangre inocente, porque esas mujeres eran adúlteras y sus manos estaban cubiertas de sangre».


Todavía tenía sangre en ella. Derramaron la sangre en la piedra del altar en vez de derramarla en el suelo y cubrirla con polvo, como lo indica la ley.


Él me dijo: «La culpa de Israel y Judá es demasiado grande, la tierra está llena de sangre y la ciudad llena de injusticia. Ellos dicen: “El SEÑOR ha abandonado esta tierra y no ve el SEÑOR lo que está pasando”.


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