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Génesis 27:41 - Biblia Palabra de Dios para Todos

41 Esaú le guardó rencor a su hermano Jacob por la bendición que este había recibido, y pensó: «Mi papá ya casi va a morir y habrá un tiempo de luto por él. Cuando termine ese tiempo, mataré a mi hermano Jacob».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

41 Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

41 Desde ese momento, Esaú odió a Jacob, porque su padre le había dado la bendición a él. Entonces Esaú comenzó a tramar: «Pronto haré duelo por la muerte de mi padre y después mataré a mi hermano Jacob».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

41 Esaú le tomó odio a Jacob, a causa de la bendición que le había dado su padre, y se decía: 'Se acercan ya los días de luto por mi padre, y entonces mataré a mi hermano Jacob.

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La Biblia Textual 3a Edicion

41 Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que lo había bendecido su padre, y dijo Esaú en su corazón: Se acercan los días del luto de mi padre, entonces podré matar a Jacob mi hermano.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

41 Esaú sintió gran odio por Jacob a causa de la bendición con que lo había bendecido su padre y se dijo Esaú en su corazón: 'Se acercan los días del duelo por mi padre, y entonces mataré a mi hermano Jacob'.

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Génesis 27:41
34 Referans Kwoze  

Rebeca se enteró de lo que planeaba Esaú, su hijo mayor. Entonces mandó llamar a Jacob y le dijo: —Mira, tu hermano Esaú está planeando matarte para vengarse de ti.


Por favor protégeme del gran poder de mi hermano Esaú. Tengo miedo de que venga a destruirme y a matar incluso, a las madres con sus hijos.


Esaú, el hermano de Jacob, estaba viviendo en el área llamada Seír que quedaba en la región montañosa de Edom. Jacob mandó unos mensajeros a donde estaba Esaú.


Los mensajeros volvieron a donde estaba Jacob y le dijeron: —Fuimos a donde estaba tu hermano Esaú. Él y 400 hombres más saldrán a recibirte.


Dio su último suspiro y murió. Era un hombre viejo que había vivido una vida muy larga y completa. Sus hijos, Esaú y Jacob, lo enterraron en el mismo lugar en que estaba enterrado el papá de Isaac.


Los hermanos lo vieron venir desde muy lejos. Antes de que él llegara, hicieron un plan para matarlo.


Sus hermanos se dieron cuenta de que su papá amaba a José más que a ellos. Por esa razón lo odiaban y no podían decirle ni una palabra amable.


Entonces sus hermanos le dijeron: —¿Será que vas a ser nuestro rey? ¿Será que nos vas a gobernar? Ahora sus hermanos lo odiaban aun más debido a sus sueños y lo que les decía.


Los hermanos de José estaban temerosos porque su papá había muerto. Dijeron: «Tal vez José siga enojado con nosotros y nos haga pagar por todo el mal que le hicimos».


Después José les dijo a los médicos que lo atendían, que prepararan a su papá para el entierro.


Sus siervos lo cambiaron a otro carro y lo llevaron a Jerusalén, donde murió. Lo sepultaron en el panteón de sus antepasados y todo Judá y Jerusalén lloraron su muerte.


Cuando estoy perdido, tú me muestras el camino. Mis enemigos han tendido una trampa y estoy a punto de caer en ella, pero Dios me guía.


Los traté como si fueran mis hermanos; compartí su dolor como por un amigo o un hermano. Guardé luto en señal de dolor como por una madre.


Es mejor tener un puñado de gente buena, que multitud de perversos.


porque ellos corren rápidamente a hacer lo malo; tienen prisa por matar a alguien.


Restaurar la amistad de un amigo ofendido es más difícil que conquistar una ciudad amurallada. Los pleitos alejan las amistades como si fueran las rejas de las puertas de un palacio.


Todo el tiempo está planeando hacer el mal y arma líos en todas partes.


No te enojes con facilidad, porque enojarse es una tontería.


»Porque siempre has sido enemigo de Israel, y entregaste al pueblo para morir a filo de espada en el momento de su destrucción, el momento de su castigo final.


Los israelitas lloraron a Moisés durante 30 días en las llanuras de Moab, así cumplieron el tiempo de llanto y luto por Moisés.


Antes nosotros también éramos insensatos; no obedecíamos y estábamos perdidos. Éramos esclavos de toda clase de placeres y deseos, éramos malvados y envidiosos. Los demás nos odiaban y nosotros a ellos.


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