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Eclesiastés 8:4 - Biblia Palabra de Dios para Todos

4 El rey tiene la autoridad de dar órdenes y nadie puede decirle lo que tiene que hacer.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: Qué haces?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Sus órdenes tienen el respaldo de su gran poder. Nadie puede oponerse ni cuestionarlas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 El rey hablará, ¡y punto! Nadie le dirá: '¿Qué haces?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y la palabra del rey es soberana. ¿Quién le pedirá cuenta de lo que hace?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Porque la palabra del rey es decisiva, y nadie le dirá: '¿Qué estás haciendo?'.

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Eclesiastés 8:4
18 Referans Kwoze  

No obstante el rey David les ordenó enérgicamente a Joab y los demás capitanes del ejército que fueran a levantar el censo. Así que salieron a hacer lo que el rey pedía.


que cumpliré hoy mismo lo que te juré por el SEÑOR, Dios de Israel, cuando dije que Salomón tu hijo iba a ser rey después de mí.


El rey Salomón le dio la orden a Benaías, quien fue y mató a Adonías.


Entonces el rey ordenó que Benaías matara a Simí, y así lo hizo. De esta manera Salomón consolidó su autoridad como rey.


Entonces, Tatenay, el gobernador del área al occidente del río Éufrates, Setar Bosnay, y los hombres que estaban con ellos obedecieron de inmediato la orden del rey Darío.


Si él se lleva algo, ¿quién puede detenerlo? ¿Quién le pedirá cuentas de lo que él hace?


Entonces el rey de Egipto mandó llamar a las parteras y les preguntó: —¿Por qué hicieron eso? ¿Por qué dejaron vivir a los niños?


El enojo del rey es como el rugido de un león; su favor es como el rocío que cae sobre la hierba.


El enojo del rey es como el rugido de un león; el que lo provoca puede perder la vida.


el gallo que camina erguido, el chivo y el rey entre su pueblo.


Entiendan esto muy bien: cuando escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, arpas, liras, gaitas, y otros instrumentos musicales, deben arrodillarse a adorar la estatua de oro. ¡Si no se arrodillan a adorar en ese momento, serán lanzados al horno y no habrá ningún dios que pueda salvarlos de mi castigo!


Los habitantes de la tierra son insignificantes si se les compara con él. Hace siempre su voluntad, tanto entre los habitantes del cielo, como entre la gente de la tierra. Nadie puede estar en contra de su poder, ni preguntar por qué hace lo que hace.


¡Hombre, no salgas con esas! Solo eres un ser humano y no tienes derecho a pedirle cuentas a Dios. La olla de barro no le puede decir al que la hizo: «¿Por qué me hiciste así?»


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