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Daniel 7:10 - Biblia Palabra de Dios para Todos

10 Un río de llamas corría ante él. Miles le servían, millones estaban frente a él. Parecía un juicio a punto de comenzar, y se abrieron los libros.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 y un río de fuego brotaba de su presencia. Millones de ángeles le atendían; muchos millones se pusieron de pie para servirle. Entonces comenzó la sesión del tribunal y se abrieron los libros.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Un río de fuego brotaba y corría de delante de él; miles y millares le servían, millones y millones permanecían de pie en su presencia. Se constituyó el tribunal y abrieron los libros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Un río de fuego corría y salía de delante de Él. Millares de millares lo servían, y millones de millones estaban de pie ante su presencia. Entonces el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Un río de fuego corría, fluía delante de él. Miles de millares le servían, miríadas de miríadas le obedecían. Se sentó el tribunal y se abrieron los libros.

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Daniel 7:10
26 Referans Kwoze  

Pero Micaías siguió hablando de parte de Dios y le dijo: —Escucha este mensaje que el SEÑOR tiene para ti: Vi al SEÑOR sentado en su trono en el cielo. Todo el ejército del cielo estaba presente con él a su derecha y a su izquierda.


Pero Micaías dijo: —Escucha este mensaje que el SEÑOR tiene para ti: Vi al SEÑOR sentado en su trono en el cielo. Todo el ejército del cielo estaba presente con él a su derecha y a su izquierda.


¿Acaso puede contarse el número de sus ejércitos? ¿Sobre quién no se irradia su luz?


Alaben al SEÑOR todos sus ejércitos, siervos que cumplen la voluntad de Dios.


Salía humo de su nariz y llamas de su boca; lanzaba carbones encendidos.


Nuestro Dios viene y no lo hace en silencio. Hay un fuego destructor delante de él y a su alrededor se escucha una fuerte tormenta.


Los carros de combate de Dios se cuentan por millones, vino en ellos del Sinaí a su templo.


Miren, el SEÑOR viene de lejos, ardiendo de ira y echando humo. Sus labios están hinchados de ira y su lengua es como fuego que consume.


El pozo de fuego de Tofet ha estado listo para quemar Asiria. Está preparado como un altar para honrar al rey, el SEÑOR. Él hizo una hoguera ancha y profunda, con mucho fuego y leña. El SEÑOR con su aliento le prenderá fuego como una corriente de azufre ardiente.


»En ese momento llegará el gran príncipe Miguel, quien protege a tu pueblo. »Será una época de muchas dificultades y angustias, la peor que haya sucedido desde que apareció la nación sobre la tierra. Pero en ese momento, todos los de tu pueblo cuyos nombres estén escritos en el libro se salvarán.


Hasta que apareció el Anciano venerable y favoreció a los santos del Dios altísimo. Así los santos derrotaron al monstruo y se apoderaron del reino.


Pero después se hará justicia. Se le quitará todo el poder y su reino será totalmente destruido.


Ustedes tratarán de huir entre las montañas porque el valle se extenderá cada vez más. Huirán como huyeron del terremoto durante el reinado de Uzías, rey de Judá. Entonces el SEÑOR mi Dios vendrá junto con todos sus santos.


»Cuando venga el Hijo del hombre con todos sus ángeles, vendrá con gran esplendor, y se sentará en su grandioso trono.


Él dijo: «El SEÑOR vino del Sinaí y resplandeció para nosotros desde Seír. Él brilló desde el monte Parán y con él estaban 10 000 santos; a su derecha estaban sus soldados poderosos.


Todos los ángeles no son más que espíritus al servicio de Dios, y son enviados para ayudar a los que recibirán la salvación.


Ustedes han llegado a un lugar diferente que es el monte Sion, la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, donde se reúnen millares de ángeles para celebrar, y


Enoc, que fue el séptimo descendiente desde Adán, dijo sobre esta gente: «¡Miren! el Señor va a venir con miles y miles de sus santos ángeles


Los que no creen en ti se enojaron, pero ahora ha llegado el momento de tu ira. Ahora es el momento de juzgar a los muertos. Es el momento de recompensar a tus siervos los profetas, y de recompensar a tu pueblo santo, a los que te respetan, tanto grandes como pequeños. ¡Es tiempo de destruir a los que destruyen la tierra!»


Luego oí las voces de millones y millones de ángeles que estaban alrededor del trono, de las criaturas y de los ancianos.


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