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Cantares 2:14 - Biblia Palabra de Dios para Todos

14 Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas y en los riscos de las montañas, déjame ver tu rostro, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce y hermoso es tu rostro».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

14 Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Mi paloma se esconde detrás de las rocas, detrás de un peñasco en el precipicio. Déjame ver tu cara; déjame oír tu voz. Pues tu voz es agradable, y tu cara es hermosa.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Paloma mía, que te escondes en las grietas de las rocas, en apartados riscos, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz, porque tu voz es dulce y amoroso tu semblante.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 ¡Oh paloma mía! Tú, que anidas° en las hendiduras de la peña, En las grietas de la escarpa: ¡Muéstrate! ¡Hazme oír tu voz! Porque dulce es tu voz, Y agraciado tu rostro.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Paloma mía que anidas en las grietas de la roca, en los huecos escarpados, déjame ver tu figura, hazme sentir tu voz; que tu voz es suave, tu figura, graciosa.

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Cantares 2:14
41 Referans Kwoze  

Aunque lo llamara y él me respondiera, no creo que me prestaría atención.


De buena gana tu pueblo se ofrecerá cuando juntes tu ejército. Sobre las montañas sagradas los conducirás; se reunirán temprano en la mañana; te rodearán y no se apartarán de ti.


Sin embargo, tú eres santo. Tú estás sentado como rey y tu trono son las alabanzas que te rinde Israel.


para que así el rey pueda admirar tu belleza, pues él es tu esposo y debes honrarlo.


La gente de Tiro vendrá con regalos, los ricos del país procurarán quedar bien contigo.


El que hace una ofrenda de agradecimiento me honra; pero al que vive según mis enseñanzas le daré la salvación».


Hasta para los que se quedaron entre los rebaños hay alas de paloma cubiertas de plata, con plumas de oro refulgente».


No permitas que esos animales salvajes maten a tu paloma; no eches al olvido a tu pobre pueblo.


Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Moisés se cubrió la cara porque tenía miedo de mirar a Dios.


El SEÑOR detesta las ofrendas de los perversos, pero le agradan las oraciones de los justos.


¡Oh, amada mía, eres hermosa! ¡Eres realmente muy hermosa! Tus ojos son palomas.


Hijas de Jerusalén, yo soy morena pero hermosa. Soy morena como las carpas de Cedar y de Salmá.


¿Cómo no vas a saber dónde encontrarme, tú que eres la mujer hermosísima? Si no lo sabes, sigue las huellas del rebaño y lleva a pastar a tus cabritos, junto a las carpas de los pastores.


Yo duermo, pero mi corazón vela. Escucha, mi amado llama: «Ábreme la puerta, amada mía, mi compañera, mi paloma, mi amada perfecta. Ábreme la puerta, que mi cabeza está cubierta de rocío y la lluvia de la noche ha mojado mi cabello».


Ahí estás, sentada en el jardín, tus amigos te escuchan. Déjame oír tu voz decir:


La humanidad se meterá en las cuevas de las rocas y en los huecos de las peñas, tratando de alejarse de la presencia terrible del SEÑOR y de su gloriosa majestad. Eso sucederá cuando él haga temblar la tierra.


El SEÑOR verdaderamente tiene compasión de Sion. Él se compadecerá de sus ruinas. Convertirá en un jardín sus tierras secas, y el desierto como el jardín del SEÑOR. El pueblo estará muy feliz, mostrará su alegría, dará gracias y cantará alabanzas.


Entonces yo exclamé: «¡Pobre de mí! Ya me doy por muerto porque mis labios son impuros, vivo en medio de un pueblo de labios impuros y, sin embargo, he visto al Rey, al SEÑOR Todopoderoso».


»¿Quiénes son esos que vuelan como nubes y como palomas a su palomar?


Habitantes de Moab, abandonen las ciudades, y vayan a habitar en las rocas, como palomas que anidan al borde de los barrancos.


Tu grandeza y tu orgullo te engañan. Tú, que vives en las grietas de las rocas y en las colinas altas, aunque como las águilas hagas tus nidos en las alturas, desde allí te haré caer, dice el SEÑOR.


Los sobrevivientes escaparán y huirán a los montes. Como palomas del valle, cada quien llorará por su pecado.


»Señor, tú eres bondadoso y justo con nosotros. Tú nos sacaste de nuestra tierra debido a nuestros pecados. Lo que tú hiciste es justo y la culpa es nuestra. Están avergonzados los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. Todos los israelitas sienten vergüenza, no importa el país donde estén desterrados, lejos o cerca, por las faltas que cometieron contra ti.


Tu arrogancia te ha perjudicado. Tú que habitas en las cuevas de la montaña, tu hogar queda en la cima. Pensaste: “¿Quién me derribará?”


»Tengan en cuenta que los envío como ovejas en medio de lobos. Así que sean astutos como las serpientes, pero sencillos como las palomas.


Y Jesús, después de que fue bautizado, salió inmediatamente del agua y vio que el cielo se le abrió y que el Espíritu de Dios bajaba sobre él como una paloma.


para presentársela a sí mismo como una novia, llena de esplendor y belleza. Cristo murió para que la iglesia fuera pura, sin mancha ni arruga, ni nada semejante.


Pero ahora Dios, por medio de la muerte física de Cristo, los ha convertido en sus amigos. Cristo murió para presentarlos santos ante Dios, es decir, sin ninguna mancha ni maldad que pueda ser juzgada por Dios.


Nos ha limpiado y liberado de toda culpa, y ahora nuestro cuerpo está lavado con agua pura. Entonces acerquémonos a Dios con un corazón sincero, seguros de la fe que tenemos.


Entonces, acerquémonos con confianza al trono de Dios que es generoso. Allí recibiremos su compasión y su bondad para ayudarnos cuando lo necesitemos.


Su belleza debe venir del corazón, del interior de su ser, porque la belleza que no se echa a perder es la de un espíritu suave y tranquilo, valioso ante los ojos de Dios.


Dios es capaz de cuidarnos para que no caigamos, y puede también hacernos entrar a su presencia gloriosa con gran alegría y sin falta alguna.


En ese momento, las cuatro criaturas y los 24 ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa y vasijas doradas llenas de incienso que son las oraciones del pueblo santo de Dios.


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