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2 Samuel 24:16 - Biblia Palabra de Dios para Todos

16 El ángel alzó su brazo para destruir Jerusalén, pero el SEÑOR se arrepintió del castigo que había enviado y le dijo al ángel que destruyó a la gente: «¡Basta! Detén tu mano». El ángel del SEÑOR estaba junto al lugar donde se trilla el trigo, propiedad de Arauna el jebuseo.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Y cuando el ángel extendió su mano sobre Jerusalén para destruirla, Jehová se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que destruía al pueblo: Basta ahora; detén tu mano. Y el ángel de Jehová estaba junto a la era de Arauna jebuseo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Sin embargo, cuando el ángel se disponía a destruir Jerusalén, el Señor desistió y le dijo al ángel de la muerte: «¡Detente! ¡Ya es suficiente!». En ese momento el ángel del Señor estaba junto al campo de trillar de Arauna el jebuseo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 El ángel exterminador extendió su mano hacia Jerusalén, pero Yavé se arrepintió del mal y dijo al ángel exterminador: '¡Detente! ¡Retira tu mano!' El ángel de Yavé estaba en ese momento cerca de la era de Arauna el jebuseo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Pero cuando el ángel° extendió su mano hacia Jerusalem para destruirla, YHVH se compadeció por esa desgracia, y dijo al ángel que estaba destruyendo al pueblo: ¡Basta ya! ¡Detén tu mano! Y el ángel de YHVH estaba junto a la era de Arauna, el jebuseo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Pero cuando el ángel iba a extender su mano contra Jerusalén para destruirla, se arrepintió Yahveh del mal y dijo al ángel que exterminaba al pueblo: '¡Basta ya! ¡Retira tu mano!'. El ángel de Yahveh estaba entonces junto a la era de Arauná, el jebuseo.

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2 Samuel 24:16
37 Referans Kwoze  

Canaán también fue el antepasado de los jebuseos, los amorreos, los gergeseos,


El SEÑOR lamentó haber creado a los seres humanos en la tierra y se indignó.


Ese día Gad fue a ver a David y le dijo: «Ve y construye un altar para el SEÑOR en el lugar donde se trilla el trigo, propiedad de Arauna el jebuseo».


Ese día David les dijo a sus soldados: «Todo el que ataque a los jebuseos que los hiera en la garganta». David dijo eso porque odiaba a esos jebuseos «cojos y ciegos». Por eso la gente dice: «Los ciegos y los cojos no pueden entrar a la casa».


Entonces Elías caminó todo el día por el desierto, se sentó debajo de un arbusto y con ganas de morirse, dijo: «¡Ya basta, SEÑOR! ¡Déjame morir, que no soy mejor que mis antepasados!»


Esa misma noche el ángel del SEÑOR salió y mató a 185 000 soldados del campamento asirio. Cuando la gente se levantó al otro día, estaban allí todos los cuerpos de los muertos.


Canaán también fue el antepasado de los jebuseos, los amorreos, los gergeseos,


Salomón empezó a construir el templo del SEÑOR en Jerusalén en el monte Moria, donde el SEÑOR se le había aparecido a su papá David. Ese era el lugar que David había destinado para ello, o sea en el lugar donde Arauna el jebuseo trillaba el trigo.


Entonces el SEÑOR mandó a un ángel que aniquiló a todos los soldados, capitanes y comandantes del campamento del rey de Asiria y este se vio obligado a volver a su país, cubierto de vergüenza. Cuando entró al templo de su dios, sus propios hijos lo asesinaron a espada.


El SEÑOR hace justicia a su pueblo y tiene compasión de sus siervos.


Que el camino por el que escapen sea oscuro y resbaladizo y sean perseguidos por el ángel del SEÑOR.


Pero Dios tuvo misericordia de ellos, les perdonó sus pecados y no los destruyó. Una y otra vez, Dios contuvo su ira; no permitió que se apoderara de él.


SEÑOR, por favor, cambia tu manera de actuar hacia nosotros. Sé bueno con tus siervos.


La sangre en los marcos de sus puertas será mi señal: cuando la vea pasaré de largo. No habrá ninguna plaga que los destruya a ustedes cuando yo ataque Egipto.


Cuando el SEÑOR pase matando a los egipcios, verá la sangre en todo el marco de la puerta y pasará de largo por esa casa. Así el SEÑOR no dejará que el Destructor entre en sus casas a matar.


Entonces el SEÑOR renunció a la idea de hacerle daño a su pueblo.


Pídanle al SEÑOR que detenga el granizo y los truenos, pues los voy a dejar ir, ya no tienen que quedarse más aquí.


Lo castigó con el destierro y lo expulsó con un soplo terrible, como cuando sopla el viento del oriente.


Ya no acusaré ni estaré siempre enojado, porque así desfallecerían ante mí los seres humanos, a quienes yo hice.


»¿Acaso el rey Ezequías y el pueblo de Judá lo mataron? ¿No tuvo temor del SEÑOR y buscó la aprobación del SEÑOR y el SEÑOR desistió del castigo que les había anunciado? ¿Es que vamos a causarnos nosotros mismos un mal tan grande?»


“Si se quedan en esta tierra, yo los edificaré, no los destruiré. Los plantaré y no los arrancaré, pues lamento haberlos hecho sufrir.


Entonces el SEÑOR cambió de opinión y dijo: —Esto no va a suceder.


Entonces el SEÑOR cambió de opinión y dijo el Señor DIOS: —Esto no va a suceder.


SEÑOR, he escuchado acerca de ti; siento un temor reverencial por todo lo que has hecho, SEÑOR. Reaviva tus hechos; como hiciste en el pasado, dalos a conocer. Aunque estés lleno de ira, recuerda tu misericordia.


ya no podrán comer sangre ni ningún otro alimento prohibido. Todos los sobrevivientes de ellos pertenecerán a nuestro Dios; harán parte de las familias de Judá. Ecrón se convertirá también en parte de mi pueblo, al igual que los jebuseos.


Jesús salió a orar y regresó por tercera vez, y les dijo: —¿Todavía están durmiendo y descansando? ¡Ya basta! Ha llegado el momento en que el Hijo del hombre será entregado en manos de pecadores.


Herodes no dio honra a Dios. Por eso un ángel del Señor de inmediato hizo que se enfermara y murió devorado por los gusanos.


No nos quejemos, como se quejaron algunos y por eso el ángel de la muerte los mató.


Pero ya es suficiente con el castigo que la mayoría de ustedes le impuso a esa persona.


Pero los descendientes de Judá no pudieron expulsar a los jebuseos que habitaban allí. Así que los jebuseos han vivido entre los de Judá hasta hoy.


La tribu de Benjamín no pudo expulsar a los jebuseos de Jerusalén, por eso hasta el día de hoy la tribu de Benjamín y los jebuseos viven en Jerusalén.


Ya era muy tarde y el sirviente le dijo al levita: —Señor, entremos a este pueblo y pasemos aquí la noche.


«Saúl ha dejado de seguirme. Me arrepiento de haberlo hecho rey porque no me obedece». Samuel se molestó mucho y clamó al SEÑOR toda la noche.


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