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2 Samuel 12:31 - Biblia Palabra de Dios para Todos

31 David también expulsó a los habitantes de la ciudad de Rabá y los puso a trabajar con sierras, picos y hachas, y los obligó a hacer construcciones de ladrillo. Hizo lo mismo en todas las ciudades amonitas y luego regresó con su ejército a Jerusalén.

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Biblia Reina Valera 1960

31 Sacó además a la gente que estaba en ella, y los puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y hachas de hierro, y además los hizo trabajar en los hornos de ladrillos; y lo mismo hizo a todas las ciudades de los hijos de Amón. Y volvió David con todo el pueblo a Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 También hizo esclavos a los habitantes de Rabá y los forzó a trabajar con sierras, picos y hachas de hierro, y a trabajar en los hornos de ladrillos. Así trató a la gente de todas las ciudades amonitas. Luego David regresó a Jerusalén con todo el ejército.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Después desterró a todos los habitantes de la ciudad, los condenó a trabajos forzados con el serrucho, la picota o el hacha y los empleó en la fabricación de ladrillos. Así actuó David con todas las ciudades de los amonitas, y después regresó a Jerusalén con todo su ejército.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 También sacó a la gente que había en ella y la obligó a trabajar con sierras, picos de hierro y hachas de hierro, y los hizo ir a los hornos de cocer ladrillos. Así hizo a todas las ciudades de los amonitas. Y David regresó con todo el pueblo a Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 A los habitantes de la ciudad los deportó y les obligó a manejar la sierra, las hachas y los picos de hierro, y a trabajar en los hornos de ladrillos. Lo mismo hizo con todas las ciudades de los amonitas. Luego regresó con todo el ejército a Jerusalén.

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2 Samuel 12:31
10 Referans Kwoze  

David también derrotó a los moabitas. Los obligó a tenderse en el suelo y los midió con una cuerda: mató a los que quedaban dentro de cada dos medidas de la cuerda, y a los que quedaban dentro de una medida les perdonó la vida. De esa manera, los moabitas se convirtieron en siervos de David y le pagaban tributo.


David le quitó la corona del dios Milcón, la cual era de oro y piedras preciosas y pesaba 33 kilos. Luego se la pusieron a David, quien además se llevó un buen botín de la ciudad.


David también expulsó a los habitantes de la ciudad de Rabá y los puso a trabajar con sierras, picos y hachas. Hizo lo mismo en todas las ciudades amonitas y luego regresó con su ejército a Jerusalén.


«Toma en tus manos unas piedras grandes y, a la vista de los judíos, entiérralas con mezcla en el piso enladrillado frente a la entrada del palacio del faraón en Tafnes.


Así dice el SEÑOR: «No les perdonaré a los amonitas tantos crímenes que han cometido. Ellos les cortaron el vientre a las mujeres embarazadas en Galaad para apoderarse del territorio y agrandar su país.


Prepararé un fuego para incendiar la ciudad de Rabá. El fuego devorará sus fortalezas y sus muros. Entre gritos en el día de batalla, vendrá el desastre como una tormenta, como un torbellino.


Así dice el SEÑOR: «No les perdonaré a los de Damasco tantos crímenes que han cometido, hasta usaron sus trillos de hierro para destruir a la gente de Galaad.


Los mataron a pedradas, los cortaron por la mitad y los mataron a espada. Algunos de ellos vestían pieles de ovejas y de cabras. Por la fe, fueron pobres, perseguidos y maltratados por la gente.


Luego Josué y todos los israelitas regresaron al campamento en Guilgal.


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