Entonces el Espíritu vino sobre Amasay, el jefe de los treinta, y él dijo así: «¡Estamos de tu lado, David! ¡Estamos contigo, hijo de Isaí! ¡Paz, sí, paz para ti y para los que te ayudan, porque Dios te ha ayudado!» Entonces David les dio la bienvenida y los llevó junto con los jefes de su ejército.
También en Judá el poder de Dios estuvo presente y motivó al pueblo a cumplir con el mandato del rey y de los funcionarios, según el mensaje del SEÑOR.
Entonces no sean tercos como fueron sus antepasados. Sométanse al SEÑOR y vengan a su templo, que él consagró para siempre, y sirvan al SEÑOR su Dios. Así él apartará de ustedes su ardiente ira.
»Este es el pacto que haré con el pueblo de Israel después de esos días, dice el SEÑOR: Pondré mi ley dentro de ellos y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Entonces pondré a prueba a los sobrevivientes. Los probaré como se pone a prueba la pureza de la plata en el fuego. Los evaluaré como se evalúa la pureza del oro. Me llamarán y pedirán mi ayuda y yo les responderé: “Este es mi pueblo”. Y ellos dirán: “El SEÑOR es nuestro Dios”».
Entonces, hermanos les pido que respondan a la gran bondad que Dios nos ha mostrado. Ofrézcanle sus cuerpos como sacrificio vivo. Vivan sólo para Dios y sean agradables a él. Tal adoración es su verdadero propósito como seres humanos razonables.
No utilicen ninguna parte de su cuerpo como arma de injusticia del pecado. Mejor pónganse al servicio de Dios, como personas que han muerto y han resucitado; ofrezcan todo su cuerpo como arma de justicia a Dios.
Estimados hermanos de la iglesia de Dios que está en Corinto: Dios los ha hecho santos por medio de Jesucristo. Él los ha llamado a ser su pueblo santo junto con todos los que, en todas partes, confían en el Señor Jesucristo, quien es Señor de ellos y también nuestro. Un cordial saludo de parte de Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y de parte de Sóstenes, nuestro hermano en Cristo.