Al llegar a la casa, los siervos de Absalón le preguntaron a la señora de la casa: —¿Dónde están Ajimaz y Jonatán? La mujer les dijo a los siervos de Absalón: —Cruzaron el arroyo. Entonces los siervos de Absalón se fueron a buscar a Jonatán y a Ajimaz, pero al no poder encontrarlos regresaron a Jerusalén.
Se fueron al anochecer, antes de cerrarse las puertas de la ciudad. No sé a dónde fueron, pero vayan rápido a buscarlos que todavía los pueden alcanzar».
Los hombres se lo comunicaron a Saúl, pero él los envío de nuevo, diciéndoles: «Tráiganme a David a como dé lugar, aunque lo tengan que traer con todo y cama y se muera».
mandó a sus hombres para que lo arrestaran. Pero cuando los hombres llegaron a donde estaba David, se encontraron con un grupo de profetas dirigidos por Samuel que estaban profetizando. El Espíritu de Dios vino sobre los hombres de Saúl, y también empezaron a profetizar.