35 yo lo perseguía y lo golpeaba y le quitaba la presa del hocico. Y si se volvía contra mí, lo tomaba de la quijada y lo golpeaba hasta matarlo. Yo he matado leones y osos; lo mismo haré con ese filisteo que ha insultado a los ejércitos del Dios vivo.
35 salía yo tras él, lo golpeaba y rescataba la presa de sus fauces; y si se revolvía contra mí, lo agarraba por las quijadas y le apaleaba hasta matarlo.
El SEÑOR dice: «Si un león ataca a un cordero, el pastor tratará de salvar al cordero, pero solo rescatará algunas partes. Tal vez lo único que el pastor logre salvar de la boca del león será una oreja o una pata. De la misma forma, la mayoría de los hijos de Israel no podrá salvarse. Los de Samaria solo conseguirán salvar un pedazo de cama o un trozo de tela del sofá».
Mi Dios envió a su ángel a cerrar la boca de los leones y no me han hecho nada, porque sabe que soy inocente, y tampoco le he hecho a usted, majestad, ningún mal.
Después estaba Benaías hijo de Joyadá, quien era de Cabsel y tenía mucho poder. Benaías mató a los dos hijos de Ariel de Moab. Un día nevado, Benaías se metió en un pozo vacío y mató a un león.