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1 Reyes 1:41 - Biblia Palabra de Dios para Todos

41 Mientras tanto Adonías y sus invitados estaban terminando de comer. Al rato Joab escuchó el sonido de la trompeta y preguntó: —¿Qué es ese ruido que viene de la ciudad?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

41 Y lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. Y oyendo Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con estruendo?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

41 Adonías y sus invitados escucharon la celebración y los gritos casi al terminar el banquete. Cuando Joab oyó el sonido del cuerno de carnero, preguntó: «¿Qué está pasando? ¿Por qué hay tanto alboroto en la ciudad?».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

41 Adonías y todos sus invitados escucharon el eco cuando terminaban su banquete. Joab oyó el sonido del cuerno: '¿Por qué, dijo, ese bullicio de una ciudad en fiesta?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

41 Y Adonías y todos los huéspedes que estaban con él oyeron eso cuando terminaron de comer. Y cuando Joab oyó el sonido del shofar, dijo: ¿Por qué hay tanto bullicio y tanto alboroto en la ciudad?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

41 Adonías y sus convidados lo oyeron cuando acababan de comer. Al oír Joab el son de la trompeta, dijo: '¿Qué significa ese estrépito de la ciudad?'.

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1 Reyes 1:41
13 Referans Kwoze  

Entonces todo el pueblo subió a Jerusalén siguiendo con mucha alegría a Salomón tocando música con la flauta. Hacían tanto ruido que la tierra temblaba.


Mientras Joab decía eso, llegó Jonatán, el hijo del sacerdote Abiatar. Adonías dijo: —Ven aquí, buen hombre, dame las buenas noticias.


¿Acaso no sabes que el canto de victoria del perverso no dura mucho? ¿Acaso no sabes que la celebración del corrupto solo dura un momento?


Cuando Josué escuchó los gritos del pueblo, le dijo a Moisés: —Se oyen sonidos de guerra en el campamento.


La depresión se oculta con la risa, pero al final, reaparece la tristeza.


Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron las maravillas que él había hecho y a los niños gritando en el área del templo: «¡Viva el Salvador, el Hijo de David!», se enojaron.


Estaban a punto de matarlo, cuando el comandante del ejército romano en Jerusalén se enteró de que había agitación en toda la ciudad.


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