Esto dice el SEÑOR: «Ustedes afirman que por caprichoso me divorcié de Jerusalén, la mamá de ustedes. Pero, ¿dónde está el documento que prueba que los divorcié sin motivo alguno? ¿Piensan ustedes que los vendí a ustedes como esclavos porque no los podía mantener? Nada de eso. Yo los vendí a ustedes por pecadores, y, sí, abandoné a su mamá por lo rebeldes que son ustedes.
»Si un hombre se divorcia de su esposa, y luego ella se casa con otro hombre, el primer hombre no volverá a unirse a ella. ¿Acaso algo así no contaminaría la tierra? Pero tú que te has prostituido con muchos amantes, ¿podrás volver a mí?, dice el SEÑOR.
Pero ahora yo digo que el hombre que se divorcie de su esposa, a no ser en caso de pecado sexual, hace que ella cometa adulterio. El hombre que se case con una mujer divorciada también está cometiendo adulterio.
»Todo aquel que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio. Todo aquel que se casa con una mujer divorciada, comete también adulterio.
A todos los demás les digo esto yo, no el Señor: Si la esposa de algún hermano no cree en Cristo, pero acepta vivir con él, que el hermano no se divorcie de ella.
Ellos le impondrán una multa de 100 monedas de plata y dársela al papá de la joven, porque ese hombre ha difamado a una virgen de Israel. Ella seguirá siendo su esposa y él no podrá divorciarse de ella.