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1 Corintios 3:6 - Biblia Palabra de Dios para Todos

6 Yo sembré la semilla y Apolos la regó, pero Dios la hizo crecer.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Yo planté la semilla en sus corazones, y Apolos la regó, pero fue Dios quien la hizo crecer.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Yo planté, Apolo regó, pero el que hizo crecer fue Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Yo planté,° Apolos regó,° pero el crecimiento lo da Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Yo planté, Apolo regó; pero el crecimiento lo produjo Dios.

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1 Corintios 3:6
29 Referans Kwoze  

Si el SEÑOR no construye la casa, los constructores pierden su tiempo. Si el SEÑOR no vigila la ciudad, los guardias pierden su tiempo.


Dios dice que hay solo una cosa en la que realmente podemos confiar, y yo lo creo: que la fortaleza viene de Dios


Los seres humanos son solo un suspiro; pobres o ricos se desvanecen como una mentira. Si se pesan juntos en una balanza, no pesan nada.


El generoso prosperará; el que ayuda será ayudado.


Porque así como crecen las plantas en la tierra y brotan las semillas en un jardín, así el Señor DIOS hará que brote justicia salvadora y alabanza delante de todas las naciones.


Cuando los creyentes judíos escucharon esto, dejaron de discutir, alabaron a Dios y dijeron: —¡Así que Dios también les ha permitido a los que no son judíos cambiar y tener una nueva vida!


Cuando llegaron, reunieron a la iglesia y le contaron todo lo que Dios había hecho con ellos. Les contaron que Dios había abierto una puerta para que los que no son judíos también pudieran creer.


Una de ellas se llamaba Lidia, era de la ciudad de Tiatira y vendía tela de púrpura. Ella adoraba a Dios y nos estaba escuchando. El Señor abrió su corazón para que pusiera atención a lo que Pablo decía.


Un judío de Alejandría llamado Apolos llegó a Éfeso. Tenía buena educación y sabía mucho de las Escrituras.


Mientras Apolos estaba en la ciudad de Corinto, Pablo visitó algunos lugares camino a la ciudad de Éfeso. Allí Pablo encontró a algunos seguidores del Señor


Después de saludarlos, Pablo les contó detalladamente todo lo que Dios, por medio de su trabajo, había hecho con los que no eran judíos.


No voy a contarles lo que he hecho, sino lo que Cristo ha logrado conmigo para guiar a los que no son judíos hacia la obediencia a Dios. Ellos han obedecido gracias a lo que les he dicho y a lo que he hecho.


Es decir que algunos de ustedes dicen: «Yo sigo a Pablo»; otros: «Yo sigo a Apolos»; otros: «Yo sigo a Pedro»; y otros: «Yo sigo a Cristo».


Por medio de él, ustedes pertenecen a Jesucristo, quien se ha convertido en la sabiduría de Dios para nosotros. Por medio de Cristo, Dios nos aprueba, nos santifica y nos libra del pecado.


Pablo, Apolos, Pedro, el mundo, la vida, la muerte, lo presente o lo futuro. Todo les pertenece a ustedes,


Entonces, el importante no es el que siembra la semilla ni el que la riega, sino Dios que la hace crecer.


¿Acaso no saben que soy un hombre libre? ¿Es que no saben que soy un apóstol? ¿No he visto a nuestro Señor Jesús? Bien saben que ustedes son ejemplo del trabajo que hago para el Señor.


Pido al Padre que Cristo viva en ustedes por la fe y que su amor sea la raíz y el cimiento de su vida.


Lo sabemos porque cuando les anunciamos nuestras buenas noticias no lo hicimos solo con palabras, sino con el poder y total convicción que nos da el Espíritu Santo. Además, viendo nuestra forma de ser, se convencieron de que hacíamos todo por su bien.


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