Entonces el Espíritu vino sobre Amasay, el jefe de los treinta, y él dijo así: «¡Estamos de tu lado, David! ¡Estamos contigo, hijo de Isaí! ¡Paz, sí, paz para ti y para los que te ayudan, porque Dios te ha ayudado!» Entonces David les dio la bienvenida y los llevó junto con los jefes de su ejército.
Saluden a Trifena y Trifosa, que han trabajado mucho en la obra del Señor. Saluden a mi estimada amiga Pérsida, que también ha hecho un gran trabajo para el Señor.
En la iglesia, Dios puso primero a los apóstoles, luego a los profetas y luego a los maestros. También eligió a algunos para hacer milagros, a otros para tener dones de sanar a los enfermos, a otros para ayudar a los demás, a otros para dirigir y a otros para hablar en lenguas.
Nosotros somos compañeros de trabajo al servicio de Dios y ustedes son como la tierra que Dios cultiva. Ustedes son como una casa que le pertenece a Dios.
Y también te pido a ti, que has sido mi leal compañero, que las ayudes, pues ellas lucharon conmigo, Clemente y mis otros compañeros para difundir la buena noticia de salvación. El nombre de cada uno de ellos ya está escrito en el libro de la vida.
Agradecemos a Dios, nuestro Padre, porque su fe y su amor los ha animado y los inspira a trabajar. También damos gracias a Dios porque la esperanza que tienen en nuestro Señor Jesucristo los mantiene constantes.
Hermanos, sé que ustedes recuerdan lo duro que trabajamos día y noche. No quisimos ser una carga para ustedes, por eso no les pedimos ningún salario por nuestro trabajo de anunciarles las buenas noticias de Dios.
Háganles caso a sus líderes y respeten su autoridad, porque ellos son responsables de ustedes y por eso siempre están pendientes de protegerlos. Háganles caso para que ellos realicen su trabajo con alegría y de buena gana. Ustedes no sacan nada con hacerles la vida difícil a ellos.
Dios no es injusto para olvidarse de todo el trabajo que han hecho y recordará que ustedes le han demostrado su amor ayudando al pueblo de Dios y que continúan haciéndolo.
También tengo algo que decirles a los jóvenes: acepten la autoridad de los ancianos líderes. Vístanse todos ustedes de humildad y sírvanse unos a otros porque «Dios rechaza a los orgullosos, pero es bueno con los humildes».