¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que ofrecéis a Dios el diezmo de la menta, del anís y del comino, pero no os preocupáis de lo más importante de la Ley, que es la justicia, la misericordia y la fe !Esto último es lo que deberíais hacer, aunque sin dejar de cumplir también lo otro.
Pero Jesús continuó: - ¡Ay también de vosotros, doctores en la Ley, que cargáis a los demás con cargas insoportables que vosotros mismos no estáis dispuestos a tocar ni siquiera con un dedo!
Así, pues, ¿por qué queréis ahora poner a prueba a Dios, imponiendo a los creyentes una carga que ni vuestros antepasados ni nosotros mismos hemos podido soportar?
Porque lo que es la Ley, ni los mismos circuncidados la observan. Quieren, sí, que os circuncidéis, pero sólo para presumir de haberos obligado a pasar por ese rito.
En cuanto a sus hijos, los heriré de muerte, para que todas las iglesias sepan que yo soy el que sondea la conciencia y el corazón del hombre y el que dará a cada uno según su merecido.